En 1996, en la época dorada de las bandas de gaitas en Galicia, 2.300 intérpretes participaron en un campeonato celebrado en el Parque Barbaña de Ourense. Cinco años después aún no se había pinchado la burbuja de un movimiento que llegó a prender en más de un centenar de concellos: 5.000 gaiteiros atronaron en 2001 la Plaza del Obradoiro durante el último acto de investidura de Manuel Fraga como presidente de la Xunta, en una imagen grandilocuente. Tras el auge vino el declive. Muchas formaciones desaparecieron por la falta de relevo generacional y la propia crisis del rural. El fenómeno, con todo, resiste. Ayer, como cada verano desde hace tres décadas, las gaitas y percusiones volvieron a sonar en una de las cumbres de Galicia, en Cabeza de Manzaneda, a 1.778 metros, en recuerdo de Gabino García, alcalde de Manzaneda entre 1979 y 1995, e impulsor de este evento cultural en uno de los techos de Galicia. Según el director de la Real Banda y de la Escola de Gaitas de la Diputación, Xosé Luís Foxo, participaron unos 600 músicos.

Ganó el Primer Grado -la máxima categoría- la Real Xuvenil, por delante de Xuntanza de Catalunya, una formación de Barcelona, ejemplo del apego a Galicia en la emigración. En Segundo Grado venció Xinzo de Limia. También se celebró la primera edición del campeonato de manejo de bastón de mando -hubo exhibición individual y en grupo-, así como la prueba de gaiteros solistas, adultos y jóvenes, aquellos sobre los que cimentar el futuro de un movimiento con historia. Martín de Balbuxán fue el vencedor del concurso en la modalidad de menores de 8 años. Daniel Castiñeiras, el mejor entre los solistas mayores.

El pequeño pertenece a la Escola de Gaitas de O Bolo, de reciente creación. "Así como han desaparecido equipos de fútbol en algunos concellos, en la gaita también hubo un bajón por la pérdida de habitantes, tras un momento álgido en torno a 1995. Era algo novedoso entonces y había población en los pueblos. La afición no decayó, pero sí los habitantes. En Manzaneda, por ejemplo, el colegio pasó de tener 400 alumnos a poco más de 20", admite Foxo, antes de puntualizar: "Seguimos creyendo en esto. Aparecen nuevos valores y hay renovación. En O Bolo acabamos de crear una banda con una veintena de niños. Y en la Escola de Gaitas nunca hemos tenido tantos alumnos. Aquella época de muchas bandas en los campeonatos tuvo su momento, pero este mundo sigue estando muy vivo". Como dijo Manuel Fraga en 2010, tras recibir en un acto en Ourense "A Chave de Ouro" de la Escola, "un gallego al que no le guste la gaita no es muy gallego".

Las formaciones usan en su mayoría gaitas marciales y tambores de alta tensión, al estilo de las bandas escocesas. El movimiento fue visto con recelo y críticas por los puristas que defienden los instrumentos, trajes y actitud tradicionales. "En la provincia de Ourense tenemos un estilo, una disciplina y un desfile que nos diferencia de, por ejemplo, un cuarteto. Pero en la Liga Galega de Bandas de Gaitas nunca hemos excluido a nadie. Hemos recuperado cancionero y vestimentas populares, y tradiciones", defiende el director. La competición de ayer en Cabeza de Manzaneda estuvo precedida el sábado por la primera edición del "Serán da Seitura", para exaltar la tradición del ciclo del pan, y por una noche celta en la que participaron gaiteiros talentosos como Óscar Ibáñez o Isidro Vidal.