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20 años para recuperar lo perdido

Los incendios se han cebado con el parque natural de O Xurés, uno de los más grandes de Galicia

Colmenas salvadas de los incendios en el parque natural. // Jesús Regal

Tendrán que pasar al menos 20 años para que sea posible atisbar en la Serra do Xurés una imagen semejante a la que ofrecía hasta hace aproximadamente dos semanas, antes de que las llamas devorasen más de 3.500 hectáreas de esta zona de especial protección y alto valor ecológico, que es también uno de los parques naturales con más superficie de Galicia, con un total de 54.000 hectáreas de paraíso.

El fuego atacó con dureza al Xurés en dos tandas, al menos este año, pues en 2016 otro gran incendio ya había calcinado 4.000 hectáreas. El primer golpe llegó a principios de octubre y no consiguió calmarse hasta el día del Pilar. En esta primera ofensiva, las llamas arrasaron más de 1.000 hectáreas en las zonas de Río Caldo y Santa Eufemia, en el corazón del parque.

Después, el fuego entraría desde el vecino Portugal, animado por el viento. Según un vecino de Guende, en Lobios, localidad por la que penetró el frente, lo que debería haber tardado dos días en calcinarse, lo hizo en apenas seis horas, y cuando quisieron darse cuenta el fuego amenazaba otras localidades como A Cela y Puxedo, para acabar esta semana cercando otros puntos, ya en el municipio de Muíños: Xermeade, Alvite, Picós o Prado.

Con la llegada de la lluvia y la calma, ha sobrevenido también la desolación al encontrar el monte negro, los árboles calcinados y los animales muertos. Según el análisis de un agente que trabaja en el parque, las especies vegetales más rápidas en recuperarse serán las de monte bajo: "Uces, xestas e carqueixas", que podrán restablecer una primera capa natural dentro de dos años.

Será algo más difícil para el arbolado. "Aunque el pino regenera bien de manera natural, habrá que esperar al menos siete años para que haya una colonización visible, y las plantaciones no serán rentables hasta dentro de, al menos, dos décadas. Quizás sea el momento de cambiar a cultivos de mayor calidad", comentaba este experto. Y si hablamos de especies frondosas, esto es, castaños y robles, "la espera será de medio siglo", calculaba.

Serán los nietos de comuneros como Domingos Rodríguez, presidente de la comunidad de montes vecinales en mano común Serra do Xurés- Río Caldo, los que vean el resultado del trabajo que a ellos les toca ahora reiniciar. "Las consecuencias medioambientales y económicas son de grandísima magnitud", aseguraba Rodríguez, quien lidera una entidad a la que pertenecen 130 familias que han perdido en dos semanas el trabajo de 25 años. "Está claro que la silvicultura no nos da para vivir. Es un complemento, pero es un patrimonio que queremos conservar", explicaba.

Por eso tiene claro lo que se ha de hacer ahora: "Salvar lo que nos queda. Después de una catástrofe, lo prioritario es salvar y cuidar a los vivos", defiende. "Hay que actuar de manera urgente sobre la superficie quemada para paliar la erosión y evitar que el desastre ecológico se consuma en arroyos y ríos", explica Domingos Rodríguez.

Además, están dispuestos a compartir responsabilidades, principalmente con particulares y administraciones. "Todos somos en parte culpables del estado de abandono en el que están los montes, lo que hace que sean un pasto fácil para las llamas", reconocía.

En esa idea abunda uno de los agentes en la zona. "Lo que sí es muy importante, es que los concellos empiecen a ser más exigentes a la hora de hacer cumplir la ley. Los perímetros de los pueblos no pueden estar rodeadas de maleza", reivindicaba.

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