Orina de lobo para repeler a los jabalíes. Emisores instalados en los vehículos que reproducen una frecuencia perceptible por los animales a partir de una determinada velocidad. Un sistema como los captafaros, instalado al lado del arcén, que refleja luz hacia el exterior de la calzada para disuadir al animal desde el monte. Mientras los técnicos buscan un remedio al incremento de accidentes causados por la irrupción de animales, la preocupación por este problema de seguridad vial sigue al alza. A pesar de las batidas, en 2016 hubo 1.135 accidentes de este tipo solo en la provincia de Ourense, el 60 % del total de los siniestros de toda clase registrados, y el doble de los 593 contabilizados en 2011. Un tercio es provocado por la aparición de jabalíes. El año pasado se registraron 655 colisiones con este animal, una media de 54 casos al mes. Algunos conductores llevan su caso al juzgado. Es la reclamación más frecuente contra la administración, por parte de particulares, tras un siniestro, además de desperfectos por baches, mala señalización o vertidos en el asfalto que causan salidas de vía. En general por posible falta de diligencia en la conservación.

El pasado mes de noviembre, el juzgado de lo Contencioso Administrativo Número 1 condenó a la Xunta a pagar a un conductor 587 euros en concepto de indemnización por los daños producidos por la colisión de su vehículo con un jabalí el día 28 de noviembre de 2013, en el punto kilómetro 3,9 de la carretera de titularidad autonómica OU-113, a la altura de Vilamaior, en Verín. La Consellería de Medio Ambiente rechazó la reclamación administrativa previa.

Aunque las compañías ya incluyen en las pólizas la cobertura por daños de especies cinegéticas, este conductor tuvo que pagar 1.174,01 euros por reparar el coche. La demanda cuestionaba que la Xunta no hubiera adoptado ninguna medida pese a tratarse de un tramo de concentración de accidentes, ni tampoco un plan de control cinegético con batidas. El conductor atribuía a la administración la responsabilidad del accidente. La Xunta esgrimió en el pleito que la carretera tenía señales P-24 de peligro de animales. El juez resolvió que el conductor debía conocer la abundancia de jabalíes en ese tramo, al ser vecino de la zona, pero fijó el 50% de la cantidad porque no consta que la Xunta "haya autorizado batidas, ni adoptado ninguna medida para evitar la superpoblación de jabalíes, ni su irrupción en la carretera", incumpliendo su deber de ordenación cinegética a través de los tecores.