Vilariño de Conso y Viana do Bolo conforman este fin de semana el epicentro del entroido rural del noroeste peninsular. En esta referencia caben máscaras de invierno y carnavales ancestrales de toda Galicia, Asturias, Cantabria y Zamora. Ritos que han sobrevivido al paso del tiempo sin perder su esencia rural y que, en pleno siglo XXI, reivindican su lugar en el mapa a través de la Mascarada Ibérica, un certamen que organizan la Asociación Xuntos polo Folión de Vilariño y la Comisión Entroido Viana do Bolo.

En su tercera edición, la gran mascarada ha reunido a 23 manifestaciones festivas que ayer desfilaron por Vilariño de Conso y hoy repetirán en Viana do Bolo, a partir de las 12.00 horas. El color, la música y el ruido acompañan este anticipo del entroido como una de las fiestas que el rural vive con mayor intensidad. Boteiros de Viana y Vilariño, Caretos de Parada y Lazarín (Portugal), Xenerais da Ulla, Madamas e Galáns de Cobres (Pontevedra), Troteiros de Bande, Bonitas de Sande, Mázcaras de Manzaneda, Peliqueiros e Parranfón de Campobecerros son algunos de los entroidos más singulares del noroeste peninsular que pueden vivirse en un solo día y en un único lugar este fin de semana en el oriente ourensano. Todo ello con el imprescindible sonido de los foliones que acompañan y animan la celebración.

El presidente de la Asociación Xuntos polo Folión de Vilariño, Carlos Veiga, defiende el entroido como un elemento "dinamizador del rural y la economía" y la Mascarada Ibérica como un reclamo de la cultura y las tradiciones de estos territorios. "En un mismo espacio mostramos cada uno lo que tenemos y vemos lo que se celebra a nuestro alrededor, pero al mismo tiempo reivindicamos las máscaras de invierno y el entroido rural", indica Veiga. También quieren exhibir en un desfile toda la riqueza de estas máscaras y foliones "que son muchas más de las que vemos en la tele". Desplazar trajes y material no es fácil pero estos colectivos ven en la máscarada una oportunidad para promocionar, crear ambiente y tejer una red que les de visibilidad.

Carlos Veiga destaca la necesidad de conservar los entroidos rurales porque, dice, "si se pierden, recuperarlos es muy difícil" y ahora se enfrentan al enemigo demográfico: "Cada vez hay menos gente en el rural", lamenta.