La intervención de Lucía Castro Reboreda, la joven de 14 años, que vive en Albeiro, una aldea del Concello de Amoeiro, próxima a la casa grande de Cimadevila -el museo de Otero Pedrayo-, se convirtió en uno de los pasajes gratificantes del acto literario, en el que se puso de manifiesto esa "esperanza en el futuro" de la literatura gallega de la que minutos más tarde habló el galardonado.

La niña Lucía reconocía que no había leído libros de su ilustre vecino, Otero Pedrayo, pero si de Agustín Fernández Paz, que se convirtió en un referente de la literatura infantil y juvenil, que como le sucede a ella, cuenta con una gran legión de jóvenes seguidores.

Su intervención estaba relacionada con el propio Otero Pedrayo y "el neno na escola", con publicaciones del "señor de Trasalba", como la de "un deber do profesorado galego"; "Na clase"; "Unha estampa romántica" y el "estudante chapón", que fueron comentadas por Lucía, con su peculiar forma de entender pasajes de otros tiempos, pero adaptados a los de hoy, compartiendo, de esa forma la magia de Fernández Paz y Otero Pedrayo.