El misterio de la Inmaculada Concepción de María sostiene desde la fe con toda lógica, que la Madre de Jesús a diferencia de todos los seres humanos no fue alcanzada por el pecado original, sino que desde su concepción estuvo libre de pecado. La afirmación no estuvo exenta de polémicas teológicas y sólo será declarada dogma de fe católica por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854.

España hizo de la Defensa de este privilegio uno de sus más gozosos blasones y mucho antes de la declaración dogmática expresó de mil modos la adhesión a esta doctrina que tanto desde el punto de vista de la literatura (poesía y teatro) como del arte en todas sus facetas alcanzó logros de altísima calidad. Basta pensar a nivel español en un Alonso Cano, un Gregorio Fernández, un Zurbarán o un Murillo para valorar la objetiva importancia del tema en el catálogo de sus obras.

Y también buena prueba de ello es el nivel muy alto que alcanzan las 6 representaciones de la Inmaculada que se conservan en la Catedral de Ourense.

Iconográficamente hay estudios de alto valor y catálogos de exposiciones monográficas que avalan el interés artístico del tema, omnipresente de mil maneras en el patrimonio religioso universal y también en el de Ourense.

La representación tiene como fuentes iconográficas el Apocalipsis, textos de místicos y de teólogos pero sustancialmente se trata siempre de una mujer joven, de belleza idealizada, con la serpiente del Génesis o el dragón que representa el mal bajo sus pies, también la luna, coronada de estrellas, con ángeles que la festejan o sostienen azucenas, lirios u otros símbolos de limpieza. Blanco y azul como colores casi exclusivos de sus vestidos.

Inmaculadas de la catedral

Una simple ficha de las Inmaculadas de la Catedral de Ourense es un precioso recorrido por 7 obras de arte de primera línea que al tiempo que consuelan a la mirada devota, son también serena belleza para cualquier mirada generosa.

Por orden cronológico las miramos como en una Exposición ideal que las destacase fuera de los retablos, o del Museo donde se custodian.

1.En 1599, Marina de Neira contrataba con el gran escultor Francisco de Moure un retablo para su capilla del Convento de San Francisco. Entre las figuras una Inmaculada que se daba por perdida. Tras la desamortización pasó al Obispado y de aquí sin darle el valor que tenía, presidió la capilla del Seminario de verano de la diócesis en Porto do Son, allí la identifiqué ya hace muchos años lo que permitió estudiarla a la profesora Vila Jato en su obra sobre Moure, hace unos 15 años, a instancias también mías, se trajo al Museo de la Catedral donde se conserva. Es una deliciosa imagen con las manos juntas y ladeadas y vestido y mantos con rítmicos pliegues.

2.De Mateo de Prado es la deliciosa talla que el gran escultor de nuestro barroco hizo para el retablo del Deán Armada del deambulatorio de la Catedral contratado en 1656, como en su día han estudiado Chamoso Lamas o Hervella Vázquez. Una Inmaculada que sigue el modelo consagrado por Gregorio Fernández, de quien fue colaborador Prado y que es imagen llena de simétrico equilibrio y dulzura, para poder ser valorada de modo cercano desde hace un año está en el Museo de la Catedral. Muy valiosa también la policromía

3.También de Mateo de Prado y de muy poco después, 1658, es la imagen que se contrató para el retablo de la Inmaculada de la Catedral. De amplio movimiento fue encargada por voluntad testamentaria del Deán Don Antonio Sotelo y Novoa. Y estuvo al culto hasta el siglo XVIII cuando quizá por verse afectada por la humedad se sustituyó por la que veremos de escuela madrileña. Felizmente se conservó aunque con señales de su deterioro y hoy está también en el Museo de la Catedral. Sigue otros modelos iconográficos a los de Fernández.

4.En lienzo, uno de los más importantes del patrimonio auriense, muy escaso en este tipo de obras, es tela firmada por el pintor cortesano Baltasar de Castrejón en 1684. Castrejón es un digno pintor de escuela madrileña que en esta Inmaculada sigue modelos consagrados por pintores de más fama como Antolinez, Carreño o Rizi. Estuvo hasta diciembre de 1997 en la sacristía de la Catedral, en esta fecha se trasladó a la Iglesia de Santa María Madre. Ha sido estudiada por el profesor Jesús Urrea: "Obras de pintores menores madrileños: Baltasar de Castrejón..." BSAA Valladolid XL-XLI, 1975.

5. En un escaparate de la Sacristía pasa desapercibida una talla barroca del siglo XVIII de madera policromada con rica peana con adornos de bronce y cabecitas delicadas de querubines. Puede ser obra napolitana o también de talleres cortesanos, anónima pero de mano experta que la hace meritoria de un estudio más detenido y de una conveniente limpieza.

6.En el Archivo se conserva otra inédita talla barroca de la Inmaculada, con semblante infantil y un rico juego de pliegues en los vestidos que le dan un atractivo movimiento.

7. Finalmente en la capilla que tiene la Inmaculada dedicada en la Catedral y que se adorna de modo particular los días de la novena, hay una gran talla que sustituyó a la de Mateo de Prado. Retablo e imagen se hicieron a expensas del Deán Antonio Francisco Salgado, en 1790. Es una muy valiosa imagen de talleres cortesanos, se la hemos atribuido a los Carmona, pero podría ser de Juan Pascual de Mena, todos ellos escultores de primera línea con un delicado modo de hacer lleno de dulzura y esmerada técnica.

Un breve recorrido, que completan las fotografías y que es solo un guiño sin demasiadas pretensiones, para conocer un poco más lo mucho que hemos recibido como expresión de fe y de cultura y que tenemos la obligación de proteger y conservar.

(*) Delegado de patrimonio de la diócesis y archivero de la catedral.