Recaredo Paz Prieto nació un 11 de abril en Vilar, (Taboadela), en el seno de una familia humilde. Sus padres, Carmen y José, recuerdan que era un niño con una gran inquietud por saber, muy cariñoso y muy travieso.

A los 11 años se fue a estudiar al colegio Salesiano de Puebla de la Calzada (Badajoz) porque un tío, hermano de su madre, era Salesiano y observó que el niño prometía.

Algunos que lo conocimos, creemos que la educación rígida de la época y su carácter de superviviente forjaron la brillante trayectoria del "ser humano" que tuvo que enfrentarse a una situación que a la postre fue su "leit-motiv".

Reca, tras diferentes vicisitudes, se vio en situación de usar "silla de ruedas", sin que nadie le proporcionase una, de vivir en una casa con escaleras (las que hoy conocemos por barreras arquitectónicas, y que él tanto luchó por suprimir), y en un pueblo que carecía de casi todo y, como no, de aceras.

En el inicio de su enfermedad él empezó a cojear en el colegio Salesiano. Consecuencia de ello fue su lentitud al andar, lo que le supuso más de una colleja.

Todas las experiencias vividas durante el tiempo que medió entre la cojera y la silla de ruedas, llevaron a que él convirtiera su situación de discapacitado físico en la bandera que siempre sostuvo para lograr una igualdad entre su mundo y el mundo de las llamadas "personas no discapacitadas".

Por el camino trabajó, primero en la tienda que sus padres tenían en el pueblo (esto le sirvió para desarrollar su instinto empresarial), fue corresponsal de Taboadela para un medio de comunicación, trabajó, tras superar una oposición, en la Administración en temática de Servicios Sociales (antiguo SEREM), fue poeta, inició estudios universitarios (Psicología), hizo un programa de radio con un título que lo dice todo "Revolución en Ruedas".

En ese camino conoció a dos personas que serían fundamentales en su trayectoria: Domingo, el cura (así lo llamaba Reca), presidente de Auxilia, que lo apoyó en su sueño. Y Olga, la que sería su mujer (a súa dona), la fuerza que, él lo decía, necesitaba para acometer un camino lleno de "minas".