El homicida de Montserrat Martínez, culpable
El jurado, por unanimidad, lo declara autor del homicidio de la joven en 2001 que luego calló durante 9 años

Un agente de Policía Nacional esposa a Manuel Mouriño Faria tras ser declarado culpable de un delito de homicidio por matar a Montserrat Martínez en 2001. // Brais Lorenzo
j.fraiz - Ourense
El jurado cerró el círculo y en el interior quedó confinado Manuel Mouriño Faria, el joven que, en una madrugada triste de la Semana Santa de 2001, quitó la vida a Montserrat Martínez, la arrojó por un terraplén desde un muro a cuatro metros de altura y la dejó agonizando en un zarzal. Todo el silencio contumaz y todas las mentiras prolongaron su impunidad casi una década pero ayer se cernieron en contra. Poco antes de las siete de la tarde, un tribunal popular formado por nueve ciudadanos lo declaró culpable de un delito de homicidio de forma unánime, en una rápida lectura ante una sala vacía donde solo actores judiciales y la prensa, expectante, contrarrestaron la soledad del autor de la muerte de la chica de Viana. Tampoco los padres de Montse, Olimpia y Ángel, atrapados nueve años en un bucle angustioso por tantas preguntas sin responder, asistieron a la lectura pública del veredicto.
La violenta muerte de la muchacha de 21 años no fue un accidente fatal como quiso hacer entender Manuel Mouriño. Tampoco el resultado de un impulso por una vida a la deriva durante su dura infancia entre centros tutelares de la Xunta y palizas de su padre a su madre en casa. "Nadie iba a creer que fue un accidente si lo contaba", alegó el homicida. En los jardines de Cabo da Vila de Viana, la madrugada del 14 de abril de 2001, sucedió algo distinto que ni el tiempo ni la investigación ni tampoco las sesiones de juicio han permitido dilucidar de manera meridiana. Tras una noche de copas que, según la teoría de las acusaciones, Mouriño quería culminar con algo más no satisfecho, el homicida golpeó a Montserrat con intención de matarla, como ayer acreditó el jurado también de forma unánime. Rechazaron la versión de que el acusado reaccionó bruscamente a un chupetón en el cuello para luego esconder el cuerpo presa del pánico. Las contradicciones, su negativa a entregar la ropa, sus falsedades han podido con él.
Lo probado es que Montserrat se cayó al suelo golpeándose contra un banco de piedra y comenzó a sangrar abundantemente. Según ratificaron los forenses €y el jurado esgrimió como argumento del dictamen€ muy probablemente la chica continuaba viva e incluso pudo estar agonizando durante 24 horas. El cadáver no fue localizado hasta cinco días después.
Manuel no la auxilió sino que la arrastró hasta una barandilla próxima que bordea los jardines y, desde una altura de cuatro metros, la arrojó al vacío. El cuerpo quizá impactara de nuevo contra un saliente del muro pero son "injustificados" para el ju rado los impactos casuales que defendió la defensa. Los forenses no hallaron explicación alguna para que, como mínimo, dos de los cinco fuertes golpes que Montserrat Martínez recibió en la cabeza hubieran sido fortuitos.
Manuel era el principal sospechoso pero supo escurrirse de la acción policial. Cayó nueve años tarde. Su conducta lo condenó. La pareja que tenía en Ibiza, donde ya residía habitualmente cuando mató a Montserrat, dio a luz de forma prematura a su hijo a causa de sus palizas y a punto estuvo de ser asfixiada por él. "Te voy a matar a ti y a la mierda de hijo que tenemos en común", le esperó un día. Por estos hechos fue condenado en las islas y la Policía Judicial de Ourense cayó sobre él tras consiguiendo evidencias en unas escuchas telefónicas que, para el tribunal popular, son "contundentes". Mouriño se confesó autor con matices, introduciendo la versión de una muerte accidental tras informarse, primero, de la diferencia de penas a las que se enfrentaba según uno u otro tipo de delito.
Después del fallo del jurado, Manuel Mouriño será condenado a 10 años de cárcel, como mínimo, pero el fiscal y también la acusación particular solicitan la máxima de 15 por homicidio aludiendo al tiempo transcurrido y a la gravedad de los hechos. Las indemnizaciones serán cuantiosas. Julián Pardinas, fiscal de este caso y delegado de Violencia de Género, mostró "una inmensa satisfacción" por poder llevar al final un crimen que, reconoció, "era una espina clavada".
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