A pesar de que siempre se ha tenido que enfrentar a las adversidades, y no logró el amparo de ninguna institución, después de hacer "cientos de kilómetros de pasillos", sin que lo recibiera "ningún político relevante", como él mismo indica, Antonio Estévez consiguió reproducir en su laboratorio –todavía permanece pendiente de equipar– ejemplares del tritón ibérico, tritón jaspeado, tritón palmeado, salamandra común, galápagos ibéricos, tortugas mediterráneas, ranas de San Antonio y ranas ibéricas –especie endémica de Galicia–, que posteriormente trasladó a la finca, libre de contaminación y fertilizantes, en la que cuenta con un sistema para la oxigenación del agua de las pozas naturales, de un lago artificial y estanques que mantiene en el centro, alimentado por energía solar.

El ecólogo explica que la desaparición de las luciérnagas del campo gallego –también presentes en el recinto– se debe a que estos animales solo comen caracoles, que están muy mermados por el efecto de los pesticidas. "La luciérnaga le inyecta al caracol un líquido para digerirlo externamente y luego lo absorbe como si fuera agua", explica.

Antonio Estévez logró la reproducción de numerosas plantas que corren peligro de extinción, como el helecho Marsilea Quadrifolia –similar a un trébol de cuatro hojas–, que se puede ver en la primavera y en el verano. Durante el invierno desaparece, al inundar la tierra que ocupa el agua, formando un pequeño lago natural. Vive en el Delta del Ebro y en el Centro de Reproducción de Especies Amenazadas de Antonio Estévez.

El árbol "más amenazado de Galicia", el Quercus lusitánica, fue objeto de estudio por parte del equipo que conforma la Asociación para el Fomento de la Investigación Banco de Ideas de Galicia (BIG), que preside Antonio Estévez. El ecólogo presentó en el año 2002 un proyecto de conservación integral de esta especie a la Xunta de Galicia. Y lamenta: "A día de hoy, habiendo visitado no hace mucho la zona donde se encuentra, no se ha tomado ni una sola de las medidas a adoptar".

Pero su esfuerzo no ha sido en vano. Acaba de conseguir el reconocimiento "más preciado", al recibir el espaldarazo de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que por medio de la hija del famoso ambientalista, Odile Rodríguez de la Fuente, reconoce: "Antonio Estévez es una persona que no solo ha entendido el mensaje de Félix, sino que lo ha incorporado a su vida para que actualmente cristalice en este sueño hecho realidad". Y resalta más adelante, en la misiva que lo autoriza –de forma excepcional, dado que aclara que deniega la mayoría de las peticiones que recibe, por no poder hacerles seguimiento a los proyectos– para que pueda darle el nombre de su padre al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas que dirige: "Antonio ha querido crear las condiciones idóneas para que muchas de nuestras especies autóctonas más amenazadas, puedan encontrar un paraíso en el que reproducirse y desde el que volver a repoblar nuestros campos. Una isla de esperanza en un océano de inconsciencia y destrucción, fruto del esfuerzo, sacrificio, visión, rigor y profesionalidad del que hace años fue un niño de Félix".

Como conclusión, Odile Rodríguez de la Fuente indica: "Mi padre se sentiría profundamente emocionado y honrado de poder bautizar con su nombre, e impregnar de su espíritu este centro que no solo creará y propagará la vida sino, tal y como él mismo hizo, las semillas de conciencia que a buen seguro darán frutos como el que hoy elogiamos con estas palabras. Granito a granito conseguiremos reconstruir un mundo de armonía entre el hombre y la tierra. ¡Enhorabuena y gracias, Antonio!".

El ingeniero ambiental y experto en energías renovables ourensano obtuvo otros reconocimientos, como la admisión a trámite y mención honorífica de los Rolex Awards (Ginebra), en la candidatura de 1996, por el sistema de Regeneración de Proyectos Anfibios mediante energías renovables, en el que se fundamenta toda la filosofía del Centro de Reproducción de Especies Amenazadas: la sustentabilidad. Consiste en "comprimir el ciclo hidrológico: gracias a la energía solar fotovoltaica, transforma instantáneamente un fotón de luz en un electrón, que a su vez da lugar a una gota de agua". Utiliza la energía solar para crear un curso de agua.

El ecólogo tendrá que rascarse el bolsillo de nuevo, para dotar el laboratorio con el aparataje que necesita, por valor de 35.000 euros, y otros 25.000 para una caldera de biomasa, inversiones que lo obligarán a recurrir a nuevos préstamos.

Ante la posibilidad de que se pueda producir una avalancha de peticiones de grupos y de personas para visitar el centro, Antonio Estévez se cura en salud aclarando que, tanto la junta directiva de la asociación para el fomento de la investigación Banco de Ideas de Galicia (BIG), como el vicepresidente de esta asociación, catedrático de Ecología y subdirector de la Escuela Politécnica Superior de Lugo, Emilio Carral Vilariño, la propia junta directiva, el patronato, y la presidencia de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, con quien ha firmado un convenio de colaboración, han pactado que en el apartado de conocimiento presencial del CREA. Félix R. de la Fuente, el programa de visitas se lleve de manera concertada y a cabo con profesionales, investigadores e interesados que "nunca excedan en número más de seis personas". Y agrega: "Más bien, para que nadie pueda pensar que esto pueda ser algo parecido al típico centro de interpretación que, con inversiones económicas descabelladas en comparación con el nulo beneficio que ofrecen para la protección de la biodiversidad y más parecidos a una galería de arte, no cumplen ninguna función superior a la que puede aportar un buen libro sobre la misma temática".

El centro permanece abierto para trabajos de investigación, como los que empezarán a realizar a principios del próximo año miembros de la Escuela Politécnica Superior de Lugo, entre otros grupos universitarios y especialistas. Pero además, Estévez alberga la esperanza de que en un futuro próximo, las tareas de reproducción de animales en extinción "sirvan para hacer sueltas controladas", tarea que se podría reforzar con la creación de una red de espacios similares en otros puntos de la geografía gallega y española, siguiendo las mismas directrices, con el apoyo institucional.

Inventor

Como inventor, Antonio Estévez fue propietario de dos patentes industriales inscritas en el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial. La primera "sirve para salvar vidas, por electrocuciones en piscinas", donde se producen cientos de muertes, cada año, en el mundo, originadas por cables, maquinaria y alumbrado en mal estado. Después de renovar durante doce años la patente, tuvo que extinguirla por falta de dinero para poder realizar una nueva ampliación, al comprobar que ni las administraciones ni el sector privado apoyaron la posibilidad de sacarlas al mercado.

Todavía mantiene la esperanza de que corra mejor suerte su segunda patente: un disuasor de paso de animales sueltos a autovías y autopistas. Se trata de un dispositivo electrónico, que mediante pequeños impulsos eléctricos, emitidos por unas bandas transversales, impide que los animales se metan en los carriles de las vías de alta capacidad, donde en la mayoría de los casos acaban perdiendo la vida y causan numerosos accidentes.

Antonio Estévez redactó, además, la memoria de un proyecto para poder iluminar y observar por internet la Fervenza do Cachón (Amoeiro), desde cualquier parte del mundo, utilizando la energía hidráulica de tres molinos que hay en el curso fluvial. Por este trabajo le concedieron el premio nacional de Tragsa.

La embajada de Colombia se ha interesado por el último proyecto del ingeniero ambiental y experto en energías renovables ourensano: un sistema para desinfectar agua por medio de radiación ultravioleta, con la intención de que se utilice en zonas deprimidas del país americano, donde la gente "tiene grandes problemas sanitarios".

Antonio Estévez nació el 18 de mayo de 1961 en A Rúa de Petín. Realizó estudios de electrónica, comunicaciones, aplicaciones de las energías renovables e ingeniería forestal. Fue la primera persona que trajo un panel solar a Ourense, en 1985. Como funcionario de la Diputación de Ourense, permanece en el negociado de planificación, tras trabajar durante varios años en medio ambiente.