El Complexo Hospitalario de Ourense cierra por primera vez en la historia, desde que se implantó el sistema, nueve meses sin que se produjera ninguna donación de órganos. Las doce propuestas planteadas, durante este período de tiempo, se saldaron con negativas de los familiares de dos potenciales donantes, mientras que no se pudieron aprovechar los órganos de diez que lo habían consentido, al encontrarse muy deteriorados, por el desgaste que sufrieron durante largos procesos de arterioesclerosis, diabetes o la presencia de tumores, en personas con más de 70 años.

El resultado de los nueve primeros meses de 2010, contrasta con los magníficos datos que siempre ha presentado esta provincia, que hace algo más de una década figuraba a la cabeza del Estado en donaciones –en el año 2000 todavía contabilizó 18 donantes–, con respecto al número de habitantes. Y en el último lustro, evolucionó desde los 12 donantes de 2006, a 10 en 2007, 7 en 2008 y 3 en 2009.

El coordinador de trasplantes, Juan Ramón Cortés, confía en que cambie la tendencia, para que se pueda cerrar el año "en positivo". Existe esta posibilidad, porque las variables de donaciones, en provincias con tan poca población como Ourense, "a veces no son regulares" a lo largo del año. "Te puedes encontrar con que no hay donantes durante varios meses y luego en uno tienes tres", advierte.

El descenso de donaciones, "no se debe a que haya disminuido la sensibilidad de los ciudadanos, porque en realidad hemos tenido menos negativas que el año pasado. Este año llevamos dos, y en 2009 tuvimos tres o cuatro", explica el coordinador de trasplantes. Y lamenta que se hayan concentrado en esta época tantos donantes potenciales que presentaban contraindicaciones.

Los motivos "clásicos" de rechazo a realizar donaciones, como el temor a que el familiar no haya muerto, el desconocimiento del proceso, miedo al desmembramiento del cadáver y la sensación de que el personal médico no ha atendido rápido o bien al enfermo, "han perdido mucho peso", por lo que las pocas negativas que dan sus familiares se deben al "estado de shock" en el que se encuentran o a las dudas que pueden albergar sobre cuál sería la voluntad del fallecido.

Los donantes de órganos suelen ser personas mayores, con edades comprendidas entre los 65 y los 75 años. Y las causas fundamentales de muerte encefálica, siguen siendo los accidentes cardiovasculares, hemorrágicos o por infarto cerebral.

Ocho de cada diez pacientes que entran con hemorragia cerebral en la Unidad de Cuidados Intensivos se recuperan, mientras que los dos restantes fallecen y pueden ser donantes, en el caso de que sus familias den la conformidad.

El perfil del donante joven, fallecido en accidente de tráfico, que se daba hace un par de décadas en la provincia de Ourense, ha desaparecido, por la gran cantidad de muertes que ahorra la Autovía Rías Baixas, con respecto a la antigua carretera Nacional de Madrid, y porque los accidentes que se producen ahora suelen ser "mucho más brutales", que se saldan con cadáveres o bien heridos que se suelen recuperar en el hospital.

Las donaciones de riñones de pacientes vivos, para que algún familiar directo pueda continuar viviendo, encuentran una respuesta positiva en la provincia de Ourense. En el año 2007 hubo tres casos de este tipo de donaciones, mientras que la donación cruzada de órganos entre dos familias, para que dos enfermos puedan recibir riñones que les sean compactibles, en una especie de intercambio, todavía se encuentra "en estado embrionario".

El servicio de nefrología procura que los pacientes muy jóvenes que se encuentra en diálisis "reciban la donación de un riñón de un familiar vivo, si es posible", reconoce Cortés.

El mayor porcentaje de donaciones de vivos corresponde al riñón, aunque también se puede hacer de hígado, en menor medida, "fundamentalmente para niños pequeños", mientras que la donación de pulmón de una persona viva es "una tarea muy compleja y excepcional".

A lo largo del proceso que se sigue para que una persona pueda ser donante de órganos y otras los reciban, "suelen intervenir hasta cien operarios, que están perfectamente sincronizados, por lo que después de tantos años funcionan como una orquesta", resalta Cortés.

Para que se produzca una donación, el protocolo se activa cuando los médicos que atienden a un paciente en la Unidad de Cuidados Intensivos comprueban que se trata de "una situación irreversible". En el momento que el facultativo detecta que ha entrado en "muerte encefálica", otros facultativos tienen que determinar que eso ha sucedido".