Por increíble que parezca, una insignificante gaviota puede provocar una tragedia aérea. El impresionante despliegue mecánico y tecnológico que permite volar a un avión no es capaz de soportar el impacto en sus motores de un pájaro de esas dimensiones. Ocurrió el pasado mes en Nueva York, cuando una manada de gansos averió la turbina de un Boeing que, por milagro y destreza de su comandante, acabó amerizando en el río Hudson con todo el pasaje a salvo. Pero las incidencias provocadas por la colisión con pájaros son muy habituales en los aeropuertos de todo el mundo. Para evitarlas, Aena dispone en determinadas terminales como la de Peinador de un servicio de halconería. Y no hay remedio más eficaz para garantizar la seguridad en la pista que un halcón bien entrenado.

Como los que adiestra Montenegro&Larran, una empresa que este año cumple su vigésimo aniversario al frente del Servicio de Control de la Fauna (SCF) de Peinador. Del mismo criadero de los halcones que vende a los Emiratos Árabes salen los ejemplares que sobrevuelan el espacio aéreo para ahuyentar a los pájaros. Esta empresa dispone de 70 efectivos, pero la escuadra operativa, la que siempre está lista para patrullar, se compone de 20 ejemplares.

“Hacemos rondas alrededor del aeropuerto para ver si hay concentraciones de aves. También si desde la torre de control ven algo nos avisan”, explica Gustavo Montenegro, uno de los socios. No hay relax para estos aviadores. Aunque el recinto esté libre de pájaros, entrenan a diario: bien al aire libre o en la denominada “sala de musculación”. Este recinto circular acotado por una red en el techo sirve a Luis Larrán y Gustavo Montenegro para ejercitar a sus singulares empleados.

El esmero en el cuidado y adiestramiento de estos animales ha concedido a estos dos profesionales un prestigio que traspasa fronteras. Muchos aeropuertos, sobre todo costeros como Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife Sur o Menorca reclaman o han reclamado sus servicios. Y es que dedican mucho tiempo a sus halcones, y conocen muy bien lo que pueden dar de sí. Algunos de los pájaros que han sufrido lesiones, incluso en sus extremidades, por algún fortuito accidente en los entrenamientos ha salido adelante gracias al exquisito mimo de sus adiestradores.

En algún caso también se han extraviado. “Una vez apareció uno en Oporto y otro en Zamora”, recuerda Larrán. Ahora difícilmente pueden perderse. En cada incursión en el espacio, cada salida al aire libre en “vuelo de prueba”, ningún halcón despega sin el emisor con alcance de diez kilómetros.

El principal enemigo de la seguridad aérea de Peinador es la gaviota. Cuando empezó el servicio de halconería en diciembre de 1989, las pistas viguesas registraban concentraciones de hasta 500 gaviotas. Ahora, la que se atreve a acercarse no vuelve. Cuando ve el vuelo amenazante de un halcón, escapa. De lo contrario se expone a la embestida de unas garras a 300 kilómetros por hora. Y casi siempre dan en el blanco.