Cientos de personas presenciaron ayer la quema de cuatro madamitas, que representaban un torero -la de mayor tamaño- una bailarina, dos piragüistas y un afilador, dentro de la programación de la fiesta de San Lázaro, en un antiguo ritual que simboliza la purificación, frente a las pestes, el hambre y la lepra que asolaron esta ciudad en la Edad Media.

La pirotecnia Josman, como ganadora de los certámenes de artificio realizados durante las fiestas del Corpus, por tercer año consecutivo, fue la encargada de elaborar las figuras de papel, colocadas sobre estructuras de madera y elementos giratorios de hierro y alambre, con petardos y explosivos en su interior, que le proporcionan el impulso necesario para que puedan recrear personajes tradicionales en movimiento.

Tras la quema de la primera madamita que representaba a un torero, la concurrencia, sorprendida, aplaudió el lanzamiento de decenas de cohetes de artificio, de variados y vivos colores, que dibujaron en el cielo azul del soleado día de ayer un hermoso arco iris, un tanto atenuado por el humo. La segunda madamita, una bailarina, tuvo fallos en el mecanismo rotatorio, hasta que terminó explotando su cabeza, como la de las demás figuras. Y a continuación, el lanzamiento de cohetes con papelines de colores brillantes motivó exclamaciones y aplausos.

Las dos últimas madamitas fueron las que encandilaron más al público, debido al enérgico remar de los dos piragüistas y a la rapidez con la que pedaleaba el afilador. Y una traca final de fuego de baja intensidad, dado que cientos de personas se encontraban muy próximas observando, puso punto final a la escena de artificio. Previamente, había ofrecido un concierto la Banda de Música de Ourense. Y los asistentes aprovecharon para comprar roscas y dulces.

La Corporación desfiló tras el santo protector

De forma complementaria a la celebración lúdica, se desarrolló la programación religiosa, con una misa a las once de la mañana en la iglesia de Santo Domingo, tras la que se realizó la procesión de San Roque, hasta la iglesia de San Francisco, en el Parque de San Lázaro, donde se celebró otra Eucaristía.

El alcalde y la corporación municipal desfiló tras San Roque, como es habitual, dado que la imagen es propiedad del Concello, que la custodia todo el año, al constituir un símbolo protector contra las pestes que asolaron esta ciudad durante gran parte de la Edad Media. En la actualidad no se conserva ninguna de las tres capillas que hubo en distintas épocas en el parque relacionadas con San Lázaro. La última fue traslada a Peliquín.