María Luz Barreiros, Presidenta de la Fundación Eduardo Barreiros e hija del empresario ourensano: "Soy privilegiada, me crió un padre extraordinario y fui mujer de Polanco"

María Luz Barreiro / Sergio Barrenechea (EFE)
X. M. del Caño
La presidenta de la Fundación Eduardo Barreiros, María Luz Barreiros, pronunció ayer una conferencia sobre su padre en el Centro Sociocultural Fundación Caixa Galicia: un ourensano, nacido el 24 de octubre de 1919 en Gundiás, que logró revolucionar el mundo del automóvil en España en los años cincuenta, mediante la transformación de motores, para pasar luego a la fabricación, bajo la marca de su propio nombre, junto a otras alianzas.
- Eduardo Barreiros fue el empresario de mayor éxito de España, entre los años cincuenta y sesenta, como innovador y fabricante de vehículos.
- Empieza en 1952, con autofinanciación, reinvirtiendo todos los beneficios. En el año 1965, cuando se empiezan a fabricar los Dodge y los Simca, experimentó un salto de fama a nivel internacional. Conservamos los recortes de toda la prensa industrial americana de la época. Durante esos años, pasa a ser una figura destacada en el mundo entero. Y eso se mantiene hasta 1977. En 1979 le vende la empresa a Chysler.
- Después de lograr importantísimos éxitos, como la transformación de la mecánica y la creación de motores propios, que suponían un gran ahorro de energía, tuvo que encajar momentos complicados.
- La venta de las acciones de Barreiros a los americanos, a Chysler, fue el mayor disgusto de la vida de mi padre.
- ¿Eso se pudo evitar?
- Era muy difícil, porque mi padre y sus hermanos tenían todo el dinero invertido en la fábrica. Una previsión de futuro de los años sesenta apuntaba a que en el año 2000 solamente se mantendrían seis o siete multinacionales, que es lo que está ocurriendo. En aquel entonces había más de 200 firmas de automoción. Pero además, no se cumplieron las previsiones de ventas del Dodge y del Simca, tal como ellos calcularon. Emprendieron una fabricación masiva, que requería una gran inversión, y se vieron obligados a venderle a los americanos la mayoría de las acciones de Barreiros.
- Los poderes públicos no respondieron, en aquel momento.
- No tuvo grandes apoyos. Todas las multinacionales tuvieron crisis a lo largo de su historia. En aquel momento la estructura financiera en España era muy pequeña. Fue una pena, porque él propuso que se uniera Barreiros con Pegaso, con lo que hoy tendríamos una firma con nombre español, de la que carecemos.
- No respondió el mercado.
- Tuvieron un error de cálculo, con respecto a los coches. Él quería crecer, fabricar, hacer más; hubiera fabricado hasta aviones. Había unas colas enormes para comprar el famoso Seat 600 en aquel entonces, gracias a la subida del nivel de vida de la clase media. Pero fallaron las previsiones, en cuanto a las ventas, entonces toda la inversión que podía haber destinado a seguir desarrollando la gama de camiones, tractores, autobuses, carretillas y motores marinos, la volcó en el desarrollo de los automóviles.
- ¿Existe paralelismo entre el mundo de la producción de automóviles, con el que usted estuvo vinculada por medio de su padre, y los medios de comunicación, como ex esposa del presidente del grupo Prisa, Jesús de Polanco?
- Sí, yo veo ese paralelismo. Todos los grandes empresarios -muchos de ellos que surgen de muy poco, partiendo prácticamente de cero; yo conozco a muchos, a los que admiro-, tienen un denominador común, que son sus condiciones, cualidades y capacidades. Se trata de gente supertrabajadora, con intuición, con tesón. Tienen muchos puntos en común, desde el punto de vista humano, pese a que se trata de empresas o negocios completamente diferentes.
- Se entregan por completo a la actividad que realizan.
- Tienen una inteligencia natural enorme. De ahí parte prácticamente todo. Y luego es gente con una capacidad de trabajo enorme, gran visión de futuro, luchadores y llenos de cualidades.
- ¿Eso se puede suplir en la actualidad con la formación?
- Creo que el empresario nace; no se hace, aunque la formación es importante. Mi padre decía, "si yo hubiera tenido un maestro", porque a penas tuvo oportunidad de ir a la escuela.
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