Despidiéndose de todo el mundo con la amabilidad que lo caracteriza, estaba ayer Isidro Cabero, tras 18 años en política, la mayoría de ellos como delegado de Familia. Sorteó el traspaso de poderes con una amplia sonrisa. "Estoy tranquilo porque yo vuelvo a mi plaza de Catedrático de Historia en el instituto Ferro Couselo", señaló. Luego comería con el vicepresidente Quintana y afirmó que que le pediría a los postres "que mime los temas de infancia y de mayores".