La historia incompleta
La carta del doctor José Manuel Encisa hace referencia a la sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Santiago de Compostela que condenó al Sergas a indemnizar con 90.000 euros a una paciente a la que amputaron la pierna izquierda en 2019. La magistrada concluye en su fallo de 29 de septiembre de 2025 que hubo «una mala praxis asistencial» en el Hospital Povisa. La sentencia no es firme y sobre ella cabe recurso.
Dr. José Manuel Encisa de Sá
Este fin de semana he vuelto a leer un titular de «mala praxis médica». Siempre son historias que conmueven, que sobrecogen, que atemorizan porque nos ponen en la piel del que lo sufren y que, naturalmente producen indignación. Nos parece increíble que hoy en día pasen esas cosas que leemos…, pero sólo muestran una parte de la verdad. La otra parte de la historia, la de quienes estuvieron ahí intentando salvar una vida, rara vez se escucha.
Los titulares se crean en base a las sentencias, y éstas se basan en valoraciones jurídicas, informes periciales a favor y en contra, cuantificación de daños… Siempre a toro pasado, de forma retrospectiva, en la que opinar sobre lo que se podía haber hecho siempre es fácil y gratuito. Por supuesto que el sistema debe proteger al paciente, controlar y vigilar que las cosas se hagan bien, porque puede haber errores.
Pero nos olvidamos que detrás de esos titulares hay profesionales que dedicaron días, noches de guardia, esfuerzo, luchando contra el deterioro del cuerpo humano y también contra el abandono, en muchas ocasiones, del propio paciente hacia su salud, que no ha seguido los cuidados indicados o no ha dejado hábitos nocivos.
Nunca se cuenta todo lo que se hace, todo lo que se intenta, todo lo que se sufre en quirófano, el esfuerzo físico que supone las horas y horas de cirugía, las noches sin dormir, e incluso la exposición a la radiación en muchos quirófanos con riesgo para nuestra salud.
No se cuenta que muchas veces los pacientes llegan al límite, con enfermedades ya muy avanzadas o con complicaciones derivadas de muchos años de no seguir las recomendaciones médicas. Nos olvidamos que la medicina puede aliviar, a veces mejorar…, pero no puede cambiar lo que el tiempo, la enfermedad o el descuido han destruido. Pero aún así, se intenta.
A pesar de todo, cuando el final no es el esperado, siempre se apunta al mismo: el profesional. Se le juzga, se le cuestiona, se le expone públicamente, como si el esfuerzo y la entrega, no contara. Como si el resultado fuera siempre culpa de quien intenta ayudar y no parte de la complejidad inevitable de la propia enfermedad.
Es muy injusto. No sólo porque se daña la reputación de quien dedica su vida a cuidar a los demás, sino porque siembra desconfianza en la sociedad hacia la medicina misma.
Tampoco se cuenta que el sistema prevé compensaciones económicas para los pacientes cuando los resultados no son los deseados. Es decir, aunque no exista una actuación incorrecta del médico, la ley puede reconocer una «responsabilidad patrimonial» del sistema sanitario. Y eso, aunque jurídicamente legitimo, deja un sabor amargo en lo humano: convierte el dolor en un conflicto, y el acto médico, el esfuerzo, en sospecha.
Todo esto genera desencanto, desilusión, desconfianza. Juzgamos a profesionales que a veces intentan salvar lo que ya no se puede salvar…, pero queremos que lo sigan intentando. Basta ya de reducir la medicina a un titular, cuando en realizad la medicina es un acto de humanidad y de entrega al otro al que intenta ayudar.
Defendamos a nuestros profesionales. Respetemos su trabajo. Porque si perdemos la confianza en ellos, perderemos también una parte esencial de lo que nos sostiene como sociedad: la gratitud hacia quienes dedican su vida a cuidar la nuestra.
*El doctor José Manuel Encisa es presidente de la Sociedad Galega de Anxioloxía e Ciruxía Vascular
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