Valencia: incompetencias y omisiones
Francisco Hernández Vallejo
Escuchaba hace unos días en un programa televisivo, una entrevista a la lideresa del BNG Ana Pontón.
Debo confesar, que en el análisis de esta desgracia en la autonomía de Valencia, Castilla La Mancha y en menor grado en Andalucía, las declaraciones de la señora Pontón en fondo y forma, me han parecido lo más atinado que vengo escuchando en el prolijo análisis que las fuerzas políticas empiezan a diseñar con la colaboración inestimable según el color partidista, que de esta catástrofe hacen algunos medios y sus tertulianos de cabecera.
Analizar y juzgar según sea la tendencia de quien lo hace, puede ser admisible para evaluar al árbitro en un partido de fútbol, pero esto es algo mucho más serio, con empresas y vidas humanas por medio. Si falta equidad y objetividad en el análisis, la respuesta será distorsionada sin duda.
El fallo, según la señora Pontón y, de cualquier ciudadano/a al que no mediaticen las siglas, es de TODAS LAS ADMINISTRACIONES.
Los actores principales en primera persona, son sin duda, el presidente valenciano, el presidente del Gobierno de España y, una mezcla variopinta de ministros y consellers.
En la parte positiva, la sociedad civil, las fuerzas y cuerpos de seguridad, el Ejército y muchos alcaldes y alcaldesas que están a pie de obra, sin olvidar al rey que ha dado la talla.
No hay duda alguna de la negligencia y frivolidad del Sr. Mazón, trufada por la incompetencia de su consejera de Interior, que no conocía ni los protocolos de aviso a los ciudadanos. Esta ignorancia pone al desnudo una de las miserias de la política de partidos. Se asignan puestos, no en base a los conocimientos, sino a la militancia. Lamentable. El Sr. Mazón, debe marcharse a su casa si le queda un atisbo de dignidad.
El Gobierno de España, de la mano de su presidente Sr. Sánchez, ha tirado del manual habitual de cinismo político. Dos frases o conceptos para la posteridad: «Si necesitan ayuda, que la pidan» y para rematar el dislate, la «cogobernanza», con el peregrino argumento de que los valencianos conocen las peculiaridades de su territorio. Vamos, Sr. Sánchez, estamos en España, cuyo cielo valenciano ha recorrido usted con el Falcon, esto no es Afganistán, es su país, presidente, sin olvidar que allí está una delegada del Gobierno.
Abundando en el argumento: cogobernar desde el Estado, con un inepto, por mucho que presida la Generalitat valenciana, que ha estado de larga sobremesa ofertando la TV autonómica mientras esta jarreando, les hace cómplices de la ineptitud. Un presidente que es consciente de la que se viene encima, a la segunda llamada infructuosa, toma las riendas, despliega al Ejército, asume el mando y responde a su deber como presidente de TODA España. Cuando el Sr. Mazón hubiera dado por terminada la “importantísima” comida de trabajo (hay que tener cuajo), el Gobierno de España estaría dando a Valencia la respuesta necesaria. Liderazgo, eficacia y responsabilidad. Todas las declaraciones de adorno y condolencias sobran. Hechos son amores y no buenas razones. Eso hubiera sido sin duda la actuación de un hombre de Estado.
Subyace en este asunto la estrategia política cainita habitual. Feijóo solicitó al Gobierno Central, que tomara las riendas del desastre. Él mejor que nadie sabe a quién tiene en Valencia, Sánchez debió hacerle caso y el PP fulminarlo; pero al final hay un bucle que cambiará el panorama político en la comunidad. Sánchez y su aparato mediático activado al máximo le harán salir de rositas de nuevo porque, en el fondo, a pesar de su enorme ejercicio de hipocresía y omisiones, a pesar de salir por pies de la Comunidad valenciana, es con diferencia el más listo de la clase.
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