Cayó con las botas puestas

Francisco Hernández Vallejo

Vaya por delante que mi conocimiento personal de D. Manuel Fernández de Sousa se remonta a los años en que fui vicepresidente deportivo del R.C. Celta de Vigo, limitándose al período de conversión del cub en SAD. Fuera de aquel tiempo, nuestro contacto se ha limitado a saludos en el concurso hípico del Ifevi, donde tuvo la gentileza de invitarme.

No entraré para nada en lo jurídico. He leído, cómo no, todo lo relativo a Pescanova, como procuro seguir con atención las noticias relevantes y mucho más si se refieren a Vigo. Es un tema de mucho calado donde el sumario debe de ser por su tecnicismo bastante farragoso de comprender y, una vez que se han pronunciado los jueces, nada tengo que decir del fondo del asunto.

Dicho esto como preámbulo, tengo que hacer alguna precisión desde el lado estrictamente humano y también de mis tiempos como gestor.

Durante la conversión del Celta en SAD, la respuesta de la ciudad y de su tejido empresarial fue bastante lenta. Solo al final, con el agua al cuello y con una clara amenaza de tener que abandonar el fútbol profesional, se activó la venta y las colas de socios y simpatizantes se llenaron. Aún así, estuvimos sobre el filo de la navaja.

En aquellas circunstancias, buscamos el apoyo de empresas, de políticos y de todo cuanto se moviera. Junto con el presidente Ignacio Núñez, concertamos una cita en Pescanova. Tuvo su miga aquello, pero D. Manuel Fernández apoyó al Celta y pasó a ser el mayor accionista de la entidad. No era muy aficionado y jamás nos pidió nada ni para él ni para sus allegados. Fue una ayuda sin retorno alguno.

No he visto en los medios de comunicación ni en el mundo que lo rodeó ningún comentario favorable y me imagino que alguno habría que tener dado la cantidad de elogios que recibía su empresa en los buenos tiempos. Pero así es la vida cuando las cosas se tuercen.

Aunque sea remar contra corriente, yo dejaré el agradecimiento por su ayuda al Celta en tiempos difíciles y la dignidad que ha trasmitido durante el proceso que ha tenido que ser de extrema dureza. Como colofón, resaltar que en su caída no ha arrastrado a nadie, se ha comido el marrón él solo y ha caído rememorando aquel legendario ‘western’ protagonizado por Errol Flynn ( ‘Murieron con las botas puestas’.) No ha sido un buen final para él, pero conforta poner en valor lo bueno. Le deseo suerte y fortaleza.