Las madres no deberían morir nunca

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

Pasé por la desgracia de morirse mi madre Rita Otero Fernández cuando yo tenía 18 años recién cumplidos y ella 54. Aquello fue para mi padre José Regojo Rodríguez y todos sus hijos una gran pérdida aunque nos consolaba la idea que estaría en el seno del Padre.

La mayoría de mis amigos tuvieron la fortuna de perder a sus madres mucho más tarde, pero de todas formas coincidimos en que estas no deberían morir nunca.

El cariño de una madre es permanente no solo cuando somos bebés o niños sino siempre. La mayoría de las veces es nuestra confidente y persona de absoluta confianza.

El pasado domingo 7 de mayo celebramos el día de la madre, pero no siempre fue así. Antiguamente se celebraba el 8 de diciembre, día de la Purísima Concepción. Unos dicen que fue Pepín Fernández, asturiano ilustre y otros que El Corte Ingles quienes lo cambiaron al mes de mayo por motivos comerciales. Pero de todas formas todos coincidimos en que las madres nunca deberían morir. Nuestro cariño no es más que el pagar en parte los desvelos que han tenido con nosotros.

En estos tiempos en que los matrimonios o parejas tienen pocos hijos, yo soy padre de once hijos y abuelo de veinticinco nietos, por lo que les diría que no caigan en el error de educar a sus hijos con un falso amor o blandura.

La verdadera educación se recibe en casa y con 7 años ya consiguen el 80% de su personalidad.

Éramos siete hermanos y no teníamos mas remedio que compartir y lo vimos en nuestros propios padres. Recuerdo en mi pueblo de Redondela que el matarife venía a nuestra casa de Villavieja y aquello era una fiesta. Se cortaba, una vez muerto el cochino, el rabo para comérselo y mi padre lo repartía entre mi madre y los siete hermanos. A él le tocaba poco, pero era feliz dando y su actitud nos quedó en nuestra memoria para toda la vida.

Cuando ahora se tienen pocos hijos hay menos oportunidades de compartir; por eso los padres tienen que ser exigentes y educarlos en la filosofía del esfuerzo.

Niño inteligente, pero con escasa voluntad, difícilmente llega a tener éxito en la vida. El niño normal de inteligencia y con voluntad tendrá un lugar destacado en la sociedad.

La vida es ahora (lo fue siempre) un desafío y la voluntad es un arma fundamental para mantener el matrimonio, la familia y los amigos.

El paraíso prometido se ganará, pero como todo en la vida hay que ganárselo, en la vida no regalan nada y la voluntad y la capacidad de perdón son valores fundamentales para conservar las cosas buenas que tenemos.

Lo bonito, bueno y barato es un eslogan comercial que suele fallar por algún lado. Las cosas para que se valoren tienen que costar y no dejarse engañar ni por las sirenas que nos llevan a las peñas ni por los peces de colores que no dejan de ser peces.

La vida plena se logra con el amor y debemos de ver en la belleza del planeta y en nuestro universo inmenso la obra del Creador, nuestro padre Dios.

Este mes de mayo es el mes de las flores y de la Santísima Virgen María y le pedimos que nos ayude a no olvidarnos del norte, que es Dios, creador del hombre a su imagen y semejanza.

Qué maravilloso es ver en nuestros hermanos los hombres a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Nos hará todo mas fácil. Haremos un mundo feliz y ganaremos el Cielo prometido.

*Miembro del Club 55