Volver a empezar

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

Se terminaron las fiestas más entrañables del año. En la Nochebuena se reúne la familia alrededor de una mesa. Los hijos que viven fuera vienen a la casa paterna y se hace familia.

Todos los que no están jubilados vuelven ahora al trabajo. Ojalá que en estos días en que hemos bajado el ritmo hayan servido para hacer buenos propósitos.

La vida intensa de trabajo nos hace descuidar la atención a nuestro cónyuge, hijos, familia y amigos.

Hay que trabajar. San Pablo decía que el que no trabaje que no coma. Pero por desgracia nuestra vida la centramos demasiado en el trabajo en busca del dinero o del éxito.

El equilibrio del trabajo y la familia es uno de los deseos importantes que debemos de pedir a este Niño Dios que nació en Belén.

Todos buscamos la felicidad pero el camino para conseguirla es la austeridad.

Nuestro ejemplo debe ser este Niño Dios que nació en un establo porque no había posada para el señor del mundo.

No se puede ir por la vida dándose todos los gustos y caprichos. La felicidad interior es fruto de la lucha y del esfuerzo.

Yo tuve la suerte de tener dinero propio desde muy joven. Los veranos, mi padre me mandaba a vender camisas por todo el norte de España. Como tenía 15 años y carecía de carné de conducir me acompañaba alguna persona de su confianza que conducía, pero el que vendía era yo. Y mi padre me daba una comisión sobre las ventas.

Con 18 años tenía un Seat 600 y, poco a poco, pude ir cambiando a un mejor coche y llegar a tener el mejor Seat del mercado; y tampoco me sentía satisfecho.

La austeridad es el secreto de la felicidad y, cuando la practicas, valoras más todas las cosas, y descubres el valor de las cosas pequeñas.

Terminaron las fiestas navideñas, decía, y tenemos que volver a la rutina de todos los días.

Ojalá superemos esta rutina y pongamos amor en cada cosa que hacemos: en el trabajo o en el descanso.

En estas fiestas navideñas seguro que todos nos hemos hecho importantes reflexiones.

La vida debe ser sencilla y evitar complicaciones.

Tenemos que aprender que las cosas que hacemos deben de conducir al bien.

La desintegración del átomo puede conducir a fabricar bombas atómicas o a ser un medio para curar males como el cáncer, que antiguamente se llevaba a tanta gente.

Volver a empezar con ilusión, con mucho amor, es el secreto de la vida.

Este 2023 debe ser un año en que crezcamos por dentro, en que cuidemos más a nuestra familia y a nuestros amigos.

Aprovechemos el tiempo. Estamos en tiempo de merecer. Debemos de convencernos de que Dios nos espera siempre dispuesto al perdón. Prosigamos el camino y no nos olvidemos de que el buen padre siempre nos espera, como en la parábola del hijo pródigo. El padre veía todos los días el camino para ver regresar a su hijo y un buen día llegó el hijo y recibió el abrazo de su padre.

El hijo venía arrepentido.

*Miembro del Club 55