Fin de Año

Emmanuel Rueda Girondo

Hacemos mucho ruido cada fin de año. Hacemos mucho ruido y nos preocupamos por tonterías. Hacemos mucho ruido y bombo, pero mañana el vecino de la esquina volverá a dormir entre cartones de ropa barata. Hacemos mucho ruido y bebemos champán mientras la guerra nos pisa los talones al este de Europa. Son los locos años veinte. Hacemos mucho ruido y comemos marisco porque no es de recibo pensar en las guerras de Sudán o Siria. Están muy lejos. Hacemos mucho ruido y tomamos vino caro para olvidar pandemias y laboratorios con cobayas. Hacemos mucho ruido para que no se oiga el llanto de la tierra al quejarse de tanto majadero a sus espaldas. Hacemos mucho ruido y comemos langostinos de las Malvinas para tratar de buscar un sentido a todo esto. Guerra, gas natural, gente nadando en el Estrecho, más guerra, crisis, COVID-19, nuevas cepas, cambio climático, la suegra que amenaza... Demasiadas cosas. Hacemos ruido y fuegos artificiales. Y es nuestra mejor arma contra el vacío del espacio exterior y el frío de las estrellas lejanas.