¡Bien, coño bien! Así aplaudían los chicos de Ramiro a su Estudiantes. Hemos celebrado con alegría recientemente esta cifra que no es mala noticia.

Según los expertos se puede crecer algo más, las curvas están llegando a su límite, en breve la población mundial disminuirá. Para calcular la población mundial dicen que intuitivamente será el resultado de multiplicar números de nacimientos en el mundo por esperanza de vida (por 85), y de esta forma tendremos una aproximación de lo que va a ser la población mundial en un futuro. Dos mentalidades, dos formas de abordar el problema: los que piensan que el hombre es un consumidor, que desgasta el planeta y sus recursos y los que piensan que el hombre genera ideas y tiene capacidad de crear (al menos puede crear más de lo que consume).

La primera mentalidad parte de la idea de que hay que controlar la población. El problema que yo veo es que esta forma de pensar beneficia mucho a ciertas industrias anticonceptivas y abortivas. Esto no quiere decir que todo sean intereses. La mentalidad natalista apuesta por el hombre y es contraria a controlar la población, se trata de una decisión libre de cada familia. A largo plazo un crecimiento equilibrado de la población nos dará más alegrías que tristezas. Es cierto que cada nacido consume alimentos y desgasta el planeta, pero también aportará soluciones y generará ideas relevantes. Y entre los dos sumandos opta con descaro por el de las soluciones y las ideas. La creatividad supera el mero consumo. Por lo demás, aquí en Galicia, no creo lleguemos a esos extremos de hambruna, cada vez que suena la gaita aparecen las viandas.