En marzo del 2011 escribí una carta al director, en fechas cercanas al 8 de marzo, que se titulaba “La realidad es como un bofetón”. Hablaba, entre otras cosas, de tres fotos “con solo dos mujeres que había visto no hace mucho tiempo, la reunión de las 30 empresas más importantes de España, la firma con los agentes sociales de la reforma laboral y la de las 17 empresas que han formado un lobby para impulsar la competitividad, el crecimiento y la imagen internacional de la economía española”; eso fue en el 2011 (se parecían mucho a la foto del año 1977, cuando se firmaron los pactos de la Moncloa). En esa misma carta comentaba “eso, me dio que pensar, pensé en el esfuerzo de muchas mujeres en este y otros países para cambiar las condiciones de vida de otras mujeres, pensé en que las reglas de juego han cambiado pero el juego no, siguen existiendo reglas no escritas que conocemos y hacemos la vista gorda, pensé que pese a la nombrada y formal disposición al cambio de casi todo el mundo, el cambio se dilata en el tiempo, no es real, es incompleto, existe una sutil y tozuda resistencia, casi nadie se ha “cambiado las gafas” para ver, mirar, aprender, interpretar y, consecuentemente, más tarde, quizás, vivir ( y añado ahora: dibujar con la imagen y el lenguaje) la realidad de otra manera. Los desequilibrios persisten, las tensiones de poder también, ¿Quién manda en los espacios?… ¿Por qué no hay sitio para un nuevo modelo de liderazgo? ¿Por qué las mujeres tenemos que hacer más esfuerzos para convencer siempre?... ¿Por qué siempre pienso que los hombres tienen “el tema del poder irrigado hasta los capilares”? ¿Por qué me parece que casi nunca se cuestionan a sí mismos y tienen dos reservas espirituales, que conservan a lo largo de los siglos; la política y la empresa?”.

Esto viene al caso ahora. Una ministra y, cuidado, no cualquiera, la titular de Economía y Hacienda, se ha negado a aparecer en una foto en un acto del mundo empresarial en la que solo estuviera una mujer. Ella ha tenido el coraje de no hacer la vista gorda, y es importante, muy importante, a pesar de lo que se diga por ahí, hay que verlo, mirarlo e interpretarlo. Ya lo había anunciado, pero se ve que pasó inadvertido, ¿por qué?

La realidad, que es tozuda, es entre otras cosas lo que vemos y lo que oímos. Cualquier persona que vea la realidad “en su conjunto” y “con otras gafas” se da cuenta que en una imagen representativa de la realidad y en la utilización del lenguaje en la que se excluya a las mujeres, al género femenino, tiene, en lenguaje matemático, una parte de conjunto vacío, no sé si me explico, es como si una mesa le faltasen dos patas del mismo lado y se hace patente, se derrumba.

A estas alturas del siglo XXI, ya merecemos una realidad completa y representativa que salga en la foto, en todas las fotos y en todas las formas de expresar la realidad, el lenguaje es también una de ellas, ya son horas y si, es importante, la foto es muy importante.