Para un católico es muy importante conocer –y sentir– la Iglesia, porque es imposible amar aquello que no se conoce. En la Iglesia hemos hecho el encuentro de nuestra vida, que ha marcado nuestra existencia, el encuentro de Cristo que dijo: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”. Y es la Iglesia, cuya misión es anunciar a Jesucristo, portadora del mensaje de salvación.

Es importante conocer la Iglesia en un ambiente hostil en el que muchos dicen: “Creo en Cristo, pero no en la Iglesia”. La Iglesia está formada por pecadores, y a pesar de los dolorosos escándalos en su seno o de cruces eclesiales que personalmente hayamos podido experimentar, la Iglesia es santa porque su fundador es santo.

La constitución Lumen Gentiun responde a la pregunta: ¿qué es la Iglesia? La Iglesia ante todo es Misterio, que es reflejo en la tierra del Misterio de la Santísima Trinidad y de la Encarnación. El núcleo central del mensaje cristiano es la naturaleza trinitaria del Dios en que creemos. La salvación del hombre proviene de un Dios que salva, pero que está constituido por tres personas relacionadas entre sí por el amor.

Todos los bautizados, también la jerarquía, son Pueblo de Dios, Pueblo sacerdotal. Esta es la dignidad de la que gozan los miembros de la Iglesia independientemente de ser jerarquía, laicos o consagrados. La razón de ser de la jerarquía es estar al servicio del Pueblo de Dios. Todos, sin excepción, somos hijos de Dios (filiación divina), estamos llamados a la santidad y a ser testigos misioneros.

A partir del CV II se pasa de una visión eminentemente societaria de la Iglesia, a una visión mistérica y sacramental; de una visión fundamentalmente institucional y verticalista, a una visión de comunión y participación; de una Iglesia construida a partir del protagonismo de la jerarquía, a una Iglesia construida a partir de la centralidad del Pueblo de Dios; de una exclusiva conciencia de Iglesia universal a una conciencia de Iglesia diocesana, como lugar concreto en que cada bautizado vive el Misterio de la Iglesia. En definitiva, la Iglesia es Misterio, Pueblo de Dios, la Iglesia se vive y se entiende como comunión, la Iglesia es signo y sacramento de salvación y la Iglesia tiene una naturaleza esencialmente misionera. El CV II promueve una Iglesia circular cuyo centro es Cristo frente a una Iglesia piramidal.

La Eucaristía es el fundamento de la comunión eclesial. “La Eucaristía hace la Iglesia, la Iglesia hace la Eucaristía”, H. de Lubac. La comunidad eclesial nunca cobra mayor conciencia de sí que cuando celebra la Eucaristía.

Todo esto, visto y reflejado en María, la creyente que personificó el Misterio de la Iglesia siendo “primera Iglesia” y ocupando como tal “en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a nosotros después de Cristo”(LG 54).