Hace tiempo que tengo un blog, y desde él intento dar conocer una enfermedad llamada “fibromialgia”, y que es esa gran desconocida; el último post lo escribí un domingo por la mañana, y esa misma tarde quedé ingresada.

Nos vamos a remontar al mes de marzo del presente año; me empecé a encontrar mal, llamé por teléfono al médico (no hay citas presenciales), gastroenteritis, tratamiento y dieta; seguí encontrándome mal, llamé otra vez, estreñimiento, tratamiento y dieta; y fui a peor. Volví a llamar, de eso ya habrían de pasar un par de meses aproximadamente y una voz al otro lado de la línea me dijo que fuera al hospital.

Ese día ya quedé ingresada: “pancreatitis aguda” causada por unos quistes y agravada por el tiempo que tardaron en atenderme. El ingreso fue largo, muy largo; nada de visitas por culpa de este “virus”; prohibido asomarse al pasillo para no pillar este “virus”, durmiendo con mascarilla para evitar coger este “virus”... el ingreso fue largo y muy penoso; ay cómo lloré y ay qué grandes las enfermeras, que no sólo se encargaron de nuestra enfermedad física, sino que trataron en todo momento de suplir y animar lo que nuestros familiares no nos podían dar de manera presencial: ánimos y mimitos. Cuando me dieron el alta, la persona que se encontraba conmigo era mi hijo, y la doctora que me trató, la maravillosa doctora Salgado, le dijo y cito palabras textuales: “A la mínima que tu madre diga que tiene una molestia en esta zona tráela al hospital que ya dejo un aviso en el ordenador; tu madre y debido a la fibromialgia que padece, tiene el umbral del dolor muy alto, y lo que para ella puede ser una simple molestia, cualquiera de nosotros nos estaríamos retorciendo de dolor”.

El domingo mientras escribía en mi blog yo tenía una pequeña molestia, y a la tarde permití que mi hijo me trajera a urgencias para que me dejara en paz; nueva “pancreatitis”, y yo creyendo que era un pequeño malestar.

Vuelvo a dar las gracias a todos y cada uno de los trabajadores del hospital Montecelo de Pontevedra, y en especial a la cuarta planta y al doctor Pablo Parada; si tengo que nombraros me quedaría alguno/a atrás. Que a nadie más le pueda pasar... y por favor, cuidémonos los unos a los otros.

Qué gran equipo de trabajadores hay en la sanidad pública, bueno siempre está el que parece que tiene un palo en el culo, pero en general, qué maravillosos seres humanos; cómo me han cuidado y animado, desde los celadores, hasta todos los demás, incluido personal de cocina; qué rico todo, aunque no llevara sal. Quería hacer un agradecimiento a todos los sanitarios, que ahora mismo se encuentran bajo mínimos (recortes) y padecen una presión hospitalaria exagerada y que debemos ayudar a liberar. Gracias, gracias y mil millones de gracias; desde aquí todo mi amor y mi apoyo incondicional.