Al ser tan copiosa la obra de Chesterton se hace necesario escribir una segunda píldora o quizá mil libros. Su densa obra está repleta de novela, poesía, ensayos, artículos; hacen de él un personaje, una bestia descomunal e inabarcable.

Esta institución –family– merece ser defendida y argumentada como las grandes corrientes de pensamiento la habían respetado. Y ponía como ejemplo al cristianismo –para él suponía la mayor revolución de la historia– el cual no alteró esta cosa sagrada, partiendo de la trinidad padre/madre/hijo; le dio la vuelta para ser la trinidad hijo/madre/padre –replicando la familia de Nazaret–. En definitiva, la historia en su conjunto ha avalado a esta institución, la familia ha pasado por el filtro de las grandes corrientes de pensamiento.

Hablaba de la casa familiar como algo muy serio y artístico, al igual que hay muchas vocaciones artísticas y creativas, las madres son verdaderas artistas y a través de sus casas realizan algo creativo y al nivel de cualquier creación artística. Por tanto, la decoración de las casas es un tema mucho más serio de lo que nos creemos.

¿Visión elevada e idílica? Creo que conocía bien los problemas y peligros que acechan a las familias. No es necesario estar enamorado permanentemente como al inicio, con el apagón nace el verdadero amor más profundo y auténtico. Cuando le hablaban de separaciones por incompatibilidad de caracteres, decía que lo normal es que el hombre y la mujer sean incompatibles y lo raro es que sean compatibles. Con las dificultades hay que contar, no nos deben de extrañar.

Decía Borges de Chesterton: “...Pero algo, una especie de esperanza o fe en lo humano y lo divino, algo extraño, maravilloso, conciliador brilló siempre en su pensamiento y en su prosa”.

Voy terminando sin la luz roja de la tribuna y lo hago con Borges influenciado por Chesterton: “Mi admiración por Chesterton la heredé de mis padres” y contaba con pena y frustración: “Fue en una mañana en un pub de Londres donde Chesterton tomaba a mediodía su cerveza. Él llegó, se sentó en la mesa habitual. Yo estaba a pocos metros. ¿Quién era yo para dirigirle la palabra a Chesterton?”.

Chesterton es mar sin fondo, maestro del ingenio, esperanza en los verbos, mago de mundos desconocidos, gran polemista, amigo de sus enemigos, volcán con lavas de simpatía, gigante de bondad e ingenio, mente generosa, torrente literario...