Yo estoy convencido de que esta pandemia universal pasará. Nunca tantos científicos y medios económicos se han puesto en marcha para resolver un gran problema.

Es cierto que esta última variante es muy contagiosa y me ha tocado a mí sufrirla a pesar de llevar más de dos meses vacunado.

Si somos sinceros, aceptamos ser muy poca cosa y esta pandemia nos ha de servir para afianzarnos en aquellos principios que, en mi caso, los aprendí de mi madre Rita Otero Fernández.

Principios, en primer lugar, como el sentido transcendente de la vida. Con Dios a nuestro lado podemos convertir nuestra debilidad en fortaleza.

Principio de fidelidad a tu cónyuge, hijos, familia, amigos. En una palabra, somos débiles, pero menos.

Cuando uno tiene el COVID su plan de vida cambia totalmente. Dejé de levantarme a las 07.30 y me levanto a las 10.00 horas. Los jubilados tenemos un gran peligro de no haber preparado nuestra jubilación. Yo la he preparado y compruebo que al trabajar doce horas diarias me preguntaba cómo iba a llenar estas horas libres; y se me ocurrió una idea y me dije: fundaré un club... Y así ocurrió que, con la ayuda de varios amigos, creamos el Club 55 ya hace más de trece años. Allí nos reunimos más de cincuenta amigos y tenemos seis jefes de cocina de los cuales yo soy uno de ellos.

Es curioso que cuando yo era joven no me dejaban entrar en la cocina y ya decía nuestra chica Angelita que cocinar los hombres era “cosa de maricas”. Gracias a Dios esto cambió mucho y lo normal es el que cocinemos mejor los hombres que las mujeres.

En una autobiografía que estoy escribiendo que se titula “La alegría de vivir” expreso que a mi madre le debo el sentido transcendente de la vida y a mi padre, José Regojo Rodríguez, su espíritu de trabajo y audacia para emprender y crear empresas.

La pandemia nos enseña algo fundamental en la vida, que es una realidad, nuestra propia debilidad. La soberbia no lleva a ninguna parte... Bueno, a Lucifer lo llevó al infierno.

La debilidad, la humildad, nos lleva a no sentar cátedra de nada y a tener la mente abierta para oír las opiniones de los demás aunque sean distintas a las de uno; y eso es ser progresista y demócrata.

La vida sigue, los jóvenes recordarán el COVID-19 y sus variantes como algo terrible y asfixiante, pero volverán a anidar las golondrinas y la vida volverá a la normalidad. Y ojalá todos seamos mejores siendo más humildes y respetuosos con los demás.

El apóstol Santiago, patrón de España y de Galicia, nos echa una mano para hacer de esta comunidad y de este país un lugar de acogida para todos. Un lugar de encuentro.

Que el apóstol Santiago nos ayude a seguir caminando por cualquier sendero que conduzca a Compostela.

*Miembro Club 55