Dos meses haciendo pruebas. Cuatro meses esperando por una técnica nueva… Resultado: “No se puede hacer“. Pasamos por otro cardiólogo, hacemos radiografías, analíticas, electros… Falta el ecocardiograma; lo hacemos. Le llamarán cinco días antes de la operación para que empiece a tomar una pastilla. Un día, otro, y otro… Resultado: fallecimiento repentino.

Después de siete meses esperando, ¿a quién culpamos? ¿A un corazón debilitado, a un hombre deprimido y cansado de esperar, a una dejadez o falta de interés médico o a una sanidad que no funciona como es debido? Si es así, pido a los responsables, que son muchos y bien pagados, que piensen un poco en las personas. Tenemos médicos sin puestos de trabajo y quizá sean buenos especialistas. Defiendan e inviertan en Sanidad y en Cultura para que esta España nuestra sea un país valorado por ello y no por la diversión.

Su esposa.