Tiene razón la portavoz parlamentaria de Unidas Podemos, Aina Vidal, cuando dice que Cuba no es una dictadura. Por supuesto. Cuba es un régimen marxista-leninista y, por lo tanto, totalitario, que es algo cuantitativa y cualitativamente mucho peor que una dictadura. Una dictadura es un régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones. Un régimen totalitario es aquel en que el Estado controla todos los aspectos de la vida de las personas, no solo sus cuerpos, sino también sus mentes y sus espíritus, tratándolas como meros medios y negándoles, en definitiva, su condición humana. Eso –que Cuba es un régimen totalitario– es un hecho objetivo e indiscutible. Cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos de ciencia política y de historia (a nivel de bachillerato, no más) lo sabe. El marxismo-leninismo fue el primero de los totalitarismos modernos –modelo, por cierto, para el fascismo y el nacionalsocialismo, que vinieron después– y el más letal (120 millones de muertos en todo el mundo), aunque solo sea porque es el que se ha impuesto en más países y durante más tiempo (desde hace 104 años).