El pasado miércoles se produjo el óbito de Jaime Corujo Morro y, con gran tristeza, recibí la noticia, al considerarlo un gran amigo y periodista de sucesos en la ciudad olívica.

El autor de esta misiva, en las décadas 80-90 del siglo pasado, era el jefe del Grupo Antiatracos de la Comisaría de Vigo; años donde todo el grupo teníamos que lidiar con una delincuencia muy activa y peligrosa, al ser casi siempre portadores de arma de fuego en sus acciones, que no dudaban en hacer uso de ellas. No en vano, se producían más de un centenar de atracos a entidades bancarias y otros. Lo que causaba una gran alarma en la ciudad, de forma especial, en el sector bancario, ya que de 250 entidades que había en aquellas fechas en Vigo y alrededores, eran atracadas más de la mitad.

En este ínterin, FARO DE VIGO comienza a informar de forma puntual en la sección de Sucesos de todos estos hechos, comprobando que los artículos eran firmados por un tal “Lince”, personaje totalmente desconocido en comisaría, quedando sorprendidos de lo bien informado que estaba, que reproducía prácticamente la secuencia de los hechos de una forma impecable.

Con el tiempo descubrimos al tal Lince, y con sorpresa comprobamos que se trataba de un taxista, que seguía nuestros movimientos a través de un escáner instalado en el coche. Esa situación nos lleva a tener con Jaime una estrecha relación, dándole todo nuestro apoyo a su impecable trabajo y, su buen hacer, motivó que fuese acogido en plantilla en FARO DE VIGO. Con el tiempo, demostró ser un gran profesional, por su relatos muy fiables; y cuyos artículos eran muy seguidos por el mundo delicuencial. Tanto fue así que, en ocasiones, le informábamos (con su conocimiento), aportándole datos contrarios a la auténtica investigación, para que no se llegasen a destruir las pruebas que pudiéramos conseguir.

Jaime llegó a ser a uno más en la comisaría, especialmente en la Brigada de Policía Judicial, participando de nuestros éxitos y fracasos. En su relación personal llegó a conocer los entresijos de la Policía, llegando a manifestar que le gustaría que su hijo Alberto fuese policía, como así fue, a quien queremos expresarle, a él y al resto de su familia, nuestro más sincero pésame por tan sensible pérdida.

En definitiva, se nos fue una gran persona, un gran periodista; quien, además de sus cualidades profesionales, tenía otra muy importante, el sentido del humor. Donde él estaba no había tristeza.

Por último, señalar la gentileza que tuvo de donar su hemeroteca particular relacionada con la actividad policial de Vigo a favor de la Comisaría, donde se encuentra expuesta.

D.E.P.