Tanto Rivera como Iglesias querían cambiar España; el primero quería una España más transparente sin corrupción y el segundo una España más libre, sin Rey y al alcance de todos los españoles.

El resultado es que no pudieron realizar sus sueños y tuvieron que tirar la toalla al suelo, abandonando la política muy desilusionados.

La transparencia es el mejor desinfectante en la política, pero es muy difícil de conseguir.

Cuando los políticos llegan al poder, parece que se encuentran en el cielo y piensan que son los mejores capacitados para decidir sobre esas personas que depositaron los votos en las urnas. Un gran error.

Los políticos tendrán que estar más preocupados por el resultado final y no por los goles que marcan.

¿De qué la valió a Rivera meter goles, si al final perdieron la partida?

Se habla mucho de renovación política, pero esta tendrá que ser constructiva y más armoniosa.

Dos políticos que parecían tener inteligencia, talento y carisma se descompusieron antes de conseguir sus ideales.

Nuestra democracia no se encuentra en peligro, pero la confianza en nuestros políticos es dramáticamente muy baja.