Quisiera mostrarle mi preocupación por la falta de inclusión en la visita a Cíes, tanto en la travesía como en la isla. Trabajo como asistente personal de personas con diversidad funcional en viajes y soy testigo de la necesidad de normalización al respecto.

Recientemente, amigos de Cataluña quisieron conocer las Rías Baixas y, por supuesto, ver en primera persona “la mejor playa del mundo” (‘The Guardian’, 2007), pero no pudieron visitarla ya que uno utiliza silla eléctrica para desplazarse. El sistema actual y obsoleto de embarque dificulta y presenta inseguridad para cualquier usuario con diversidad en la movilidad.

El “punto accesible” no tiene señalización lo suficientemente visible en el propio camino. Sin embargo, este no es tampoco el mayor de los inconvenientes sino que, habiendo pasarela y una silla anfibia, los profesionales que allí están son socorristas; trasladan amablemente al usuario pero no se ocupan de acompañarle en el baño.

Existen maravillas de la naturaleza con una gran dificultad de accesibilidad. No obstante, “La mejor playa del mundo” merece ser un deleite para la vista de todos aquellos que deseen acercarse. Allí podrán comprobar que el periodista, Gavin McOwan de ‘The Guardian’, estaba en lo cierto al elegirla como la mejor playa del mundo de entre infinidad que recorrió. La describió como “una perfecta medialuna suave y pálida, cubierta por pequeñas dunas abrigadas por un tranquilo lago de agua, limpia como el cristal”. La administración tiene la responsabilidad de facilitar el uso y disfrute universal.