Escuchando a Pedro Sánchez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, parece que el futuro de España se encuentra en Cataluña, pues dependemos de los politicos catalanes.

Sánchez, necesita todos los colores de la izquierda para mantenerse en el poder y, al mismo tiempo, todas las fórmulas de matemáticas políticas, para desfigurar sus decisiones y convertirlas en proyectos para el bien de todos los españoles.

Parece que para hacer el pan se necesita la harina catalana.

Esos presos políticos que organizaron el referéndum ilegal, principalmente para sus gentes separatistas y que declararon la DUI, lo vemos como un acto de alta traición a la nación española. Ya recibieron el indulto y hasta la Iglesia catalana los apoya y eso que no se han arrepentido.

La mayoría de los españoles no ven el indulto con buenos ojos. Para los separatistas será una victoria que pide más victorias, como la amnistía y la independencia.

Pero la cosa no termina con los indultos, como nos quiere hacer ver Sánchez. Desde Bruselas, Puigdemont ya está montando su tinglado, para regresar a Barcelona como un Napoleón. Y de la mesa de negociaciones, saldrán muchas más sorpresas, antes de que termine esta legislatura.

Si los catalanes dicen que España les roba, los españoles diremos que Sánchez nos engaña.

Es el anticlimax de la tragedia que estádejando profundas cicatrices en un país ya dividido.