Durante los 46 años de la dictadura, nos habíamos acostumbrado a esa manera de gobernar. Nos podíamos mover y abandonar España, era una dictadura light, claro, no se podía blasfemar contra Franco, pues era un pecado mortal.

Hoy en la política no tenemos líderes, cualquiera puede ser presidente de una nación.

Vivimos en una DEMOCRACIA, sí con letras grandes, pero muy corrupta y en Europa ya están hartos de toda esa mierda políticamente correcta de compromisos.

Que en el Congreso de los Diputados algun político radical diga “Que España le importa un pito “ nos demuestra que la democracia sirve para no respetar a la nación, ni a los españoles.

La democracia es muy interesante para los partidos políticos, se parece al nombre de un abono para cosechar votos y participar en el reparto del poder.

En el Gobierno actual, notamos que el PSOE se quiere hacer dueño de todos los poderes, sin importarle el precio que pagaran todos los españoles. El ejemplo lo tenemos en el indulto a los separatistas catalanes.

Nos damos cuenta que nos encontramos ante una dictadura ilustrada.

Los chilenos han elegido un parlamento fragmentado en el que, de los 155 miembros de la Convención, 99 no pertenecen a ningún partido. No será fácil alcanzar acuerdos amplios sobre sistema de gobierno, el reconocimiento del pueblo mapuche, o la cuestión pendiente de los derechos económicos y sociales. Cuando pase el temblor, como se ha escrito en un conocido periódico chileno, los miembros de la Convención tendrán que buscar un lugar común desde el que servir al pueblo. La oposición democristiana y socialista ha sido derrotada, pero ha hecho mucho por Chile. Ahora les toca a otros. El problema será si estos pretenden resolver con recetas fáciles un asunto tan complejo como la redacción y aprobación de una nueva Constitución para todos los chilenos.