Temor reverencial, tal es la primera impresión que podría decir me causó César Mata Sáez cuando lo conocí, allá hace 30 lejanos años. El temor de desagradar a aquel al que se le debe especial respeto o consideración. No en vano se suponía sería mi suegro en no mucho. Dicho temor pronto tornó en confianza y profunda admiración.

César, recientemente fallecido, ha ejercido como corredor de comercio y notario durante largas décadas en Vigo, ganándose un notable prestigio y aprecio social. Tanto como persona, como profesional, se distinguió por una profunda e incondicionada cordialidad; y tanto como profesional, como persona, por su integridad.

Ha dejado un grato recuerdo en Vigo, un vacío irremplazable en su familia y un valioso ejemplo en el que estas palabras escribe. Hombre de principios, atemperados por una exquisita bondad, siempre atento y abierto a cualquier persona en cualquiera de las esferas de su vida.

Gracias especialmente César por, como segundo padre, dar ejemplo con tu vida de cada una de las frases del célebre “If…” (Si…) de Rudyard Kipling, del profundo equilibrio que este poema rebosa. Sé que ahora disfrutas de la compañía de tanta buena gente que te ha precedido, en ese universo de amor en el que, algunos, todavía creemos.