El pasado 12 de abril fue llamado a la casa del Padre mi amigo Pedro Nozal García del Valle. Mi amistad con Pedro era de más de cincuenta años.

Pedro Nozal llegó a Vigo en 1966 como delegado de Dragados y Construcciones en nuestra ciudad y la provincia de Pontevedra. Estudió para aparejador en su ciudad natal, Madrid, y al terminar se colocó en Dragados y Construcciones; y después de ejercer su profesión en varias ciudades españolas se vino a Vigo como hombre de confianza de su empresa.

Pedro fue una persona que estuvo trabajando en Dragados más de cincuenta años y eso indica dos cosas importantes: que él se sentía bien pagado y tratado por la compañía y que la empresa estaba contenta con su profesionalidad.

Pedro, aparte de ser un magnífico técnico, era una persona con grandes dotes de mando y de gran humanidad en el trato con sus subordinados. Sus mandos le recuerdan como una persona paciente y gran maestro para transmitir sus conocimientos. Y esa aptitud la aplicaba en la educación con sus hijos. Cuando notaba una actitud no adecuada, les entregaba una novela para ayudarles a corregir dicha carencia.

Pedro acertó al casarse con Lola. Contrajeron matrimonio en Madrid y fue un eterno enamorado de su mujer, que el Señor ya se llevó hace años. Tuvieron seis hijos y muchos nietos y biznietos.

Mi recuerdo de Pedro es el de un hombre maduro y de buen humor, con sonrisa socarrona y que impregnaba en su entorno confianza y amabilidad. Tuve trato semanal con él, pues nos reuníamos en su casa con un grupo de amigos y hacía de magnífico anfitrión.

Pidió la admisión en el Opus Dei hace más de cincuenta años y fue un hombre muy enamorado del Señor en la Eucaristía. Me contaba su hijo Javier que ya con la enfermedad de alzhéimer todos los días antes de acostarse abría las cortinas para saludar al Señor en el sagrario, pues vivía enfrente de un centro del Opus Dei que tiene un oratorio con su sagrario correspondiente.

El secreto de una vida plena es el amor y él amó con pasión a Lola, su mujer, a sus hijos, a sus nietos y biznietos.

La vida de Pedro fue siempre apasionante, porque supo superar contradicciones familiares que no le faltaron. Era recio y trabajador y su vida la dedicó a los demás.

Los 93 años que duró su vida en esta tierra nos sirvan a todos: familia y amigos ,como ejemplo y referencia para nuestro caminar para no desfallecer y seguir caminando. Todos en este mundo estamos de paso y no debemos de pararnos y aprovechar bien el tiempo que Dios nos conceda.

Yo asistí al funeral en la iglesia de la Soledad. Don Alberto Cuevas nos dio una homilía muy bonita en la que uno disfruta de su buena voz y formación como sacerdote, además de periodista por la Universidad de Navarra y responsable de comunicación de la Diócesis de Tuy-Vigo.

La iglesia estaba a tope, guardando las disposiciones obligadas por esta pandemia. Se ve que Pedro tenía muchos amigos.

Cuanto bien hace una vida ejemplar como la de nuestro amigo Pedro. A él nos encomendamos para seguir caminando.

*Miembro Club 55