Me demostraste cuando te vi luchar incansablemente durante toda la vida por los tuyos, que las personas no tenemos límite cuando nuestras obligaciones son del corazón; me demostraste, maltratador, que un ser que es capaz de los actos más abyectos en privado mientras muta a santo cuando alterna en sociedad, es un ser inhumano; me demostraste, misionero, que el ser humano es capaz de renunciar a su propio bienestar por aliviar el malestar de los demás sin esperar a cambio más que la satisfacción personal de poder ayudar; me demostraste durante esta pandemia, sanitario, que un ser que es capaz de entregarse en cuerpo y alma a los demás sin importar quiénes son los demás, es un ser humano.