Mi suegra tiene 94 años y vive con nosotros, por lo que todavía no se había vacunado, hasta la tarde del día 5, que le correspondió por su edad y orden alfabético. Pues bien, este motivo que a priori iba a ser algo ilusionante y feliz resultó decepcionante, en el sentido de que por un error informático en el listado de personas a vacunar, no aparecía la letra “c”, precisamente con la que comienza su apellido, lo cual produjo un desconcierto en el orden de vacunación, a la vez que se colapsó el recinto donde este se llevaba a cabo, con aglomeración de gente y nervios, no solo en los que esperaban, sino también en el personal sanitario, compuesto únicamente por dos ATS, que tuvieron que correr con todo el trámite, tanto administrativo como el propio de las vacunas. Y para más inri, tuvieron que asistir a un señor que en la espera sufrió un desvanecimiento.

El lugar donde se llevó a cabo el proceso de vacunación fue en el ambulatorio de La Peregrina de Pontevedra, pero pudo haber ocurrido en cualquier otro centro sanitario. Lo importante es que esta triste experiencia sirva para que, dentro de lo posible, no se repita. Pues, en mi opinión, no es razonable que, para este servicio, solamente estuvieran dos enfermeras, sin ningún personal de apoyo, sobre todo a la hora de garantizar el orden con respecto al acceso y distancias sociales.