Cuántas historias se esconden tras las persianas de mi ciudad; unas acabaron cuando sus sueños de riqueza se esfumaron antes siquiera de empezar; otras, generosamente compartidas desde los 20 hasta más allá de los 100, solo terminaron cuando uno de los dos se fue; historias de familias que lucharon unidas toda una vida sin desfallecer aunque ya no quedaba dinero pero sí amor; las que encuentran paz al llegar al hogar y las que solo la encuentran cuando se van; la que comenzó hace años en el pueblo y poco a poco se aproxima al final en la gran ciudad con muchos recuerdos sin nadie a quien poder contar; pobres historias que no consiguieron en 50 años para viajar pero sí para 50 años juntos más de felicidad; historias con mucho dinero que contar pero que en una reunión familiar descubrieron incrédulos que no tenían ni cuatro recuerdos que poder narrar.

Os miro persianas y no puedo ver más que lo que tras de vosotras quieren contar, unos cuentan verdad y otros cuentan de la misa la mitad, sea como fuere, intentaré que tras mi persiana reine siempre la paz.