Enhorabuena por su edición del domingo 28 de marzo.

Me he sentido muy identificado con varios artículos, empezando por el editorial “Una forma agotada y agotadora de hacer política”, con una mirada incisiva sobre la realidad de nuestra democracia, transformada en una partidocracia endogámica que vive en un universo paralelo a la realidad de la ciudadanía a la que solo se tiene en cuenta en las campañas electorales y para la sangría de impuestos.

También el artículo de José Manuel Otero Lastres sobre “Los murmuradores a sueldo y cotilleo televisado”. El morbo elevado al máximo exponente, como anestésico inyectado en vena para adormecer a la masa y desviar la atención de los verdaderos problemas.

Y finalmente el artículo de Luis M. Alonso “Preguntas sin respuesta” que refleja una verdad inquietante: la mediocridad de una clase política que se ha puesto más en evidencia aún con todos los palos de ciego que hemos padecido y seguimos padeciendo durante toda la gestión de la pandemia, incapaces de reconocer con sinceridad que lo que sucedía los desbordaba.

Ahora hemos asistido a un nuevo cambio de hora, que se repite año tras año con tanta inercia como carencia de sentido. Este ya era evitable por las directrices europeas para fijar definitivamente o bien el horario de verano o el de invierno. Pero esta decisión se vuelve a encontrar con la inoperancia de nuestros políticos, incapaces de ponerse de acuerdo en nada.

Quizá es el momento de que esa decisión la tome la ciudadanía con una simple pregunta al respecto en las próximas elecciones generales.