Según Xi Jinping, China está preparada para el liderazgo mundial. No cabe duda de que Pekín marca tendencia en varios temas, pero en el que hoy nos ocupa, la feroz supresión de la disidencia política, no hay nada de qué enorgullecerse.

Durante el siglo XX, dictaduras de todo tipo condenaron regularmente a figuras de la oposición, disidentes políticos y personas que escribían comentarios críticos a largas penas de prisión a menudo en condiciones insufribles. En todo el mundo, el número de presos políticos disminuyó sustancialmente tras el final de la Guerra Fría y el colapso de los regímenes tiránicos que todavía coleaban. Sin embargo, China es un caso aparte. Desde la sangrienta represión de las protestas prodemocráticas de 1989 en la plaza de Tiananmen, los dirigentes del Partido Comunista han encarcelado sistemáticamente a los disidentes políticos, especialmente a los que defendían públicamente el cambio democrático. Bajo Xi Jinping, el régimen ha ampliado el alcance de su represión para incluir también a abogados, periodistas, blogueros, defensores de la mujer, activistas que luchan por los derechos de las minorías y creyentes religiosos. Muchos han sido detenidos, otros se encuentran bajo arresto domiciliario, no pocos han desaparecido y miles han sido condenados a penas de prisión.

Nombres que no deben olvidarse son, por ejemplo, el de Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz que murió hace tres años tras cumplir ocho años de prisión, esencialmente por pensar y escribir de una forma que desafiaba a los dirigentes del Partido Comunista, o el de Qin Yongmin, un activista de los derechos humanos condenado a 13 años de prisión por un tribunal de Wuhan que antes de ser sentenciado soportó una desaparición forzada, dos años de detención preventiva, la persecución de su esposa y una denegación total de sus derechos –incluso su abogado se retiró del caso para evitar ser castigado por las propias autoridades, una práctica que ha proliferado bajo el liderazgo de Xi.

La noticia esta semana es que siete de los más destacados activistas prodemocráticos de Hong Kong han sido condenados por reunión ilegal en relación con las grandes manifestaciones de hace dos años, entre ellos el magnate de los medios de comunicación Jimmy Lai y el veterano político Martin Lee.

Cabe destacar que, en su actitud hacia la disidencia política, el Partido Comunista Chino ha demostrado ser mucho más duro que regímenes tan poco dialogantes como el de Brezhnev. Las sentencias chinas modernas son más largas, las perspectivas de liberación anticipada son mucho peores y las autoridades chinas generalmente no se conmueven por las peticiones de clemencia de los diplomáticos extranjeros. En una inversión de la expectativa normal de que el aumento de la prosperidad impulsa a las sociedades hacia una mayor libertad política, la modernización el enriquecimiento de China van acompañadas de más detenciones y penas de prisión más largas. El mundo al revés…