“Algo se muere en el alma cuando un amigo se va”…

Faro dedicó bastantes páginas a llorar la pérdida de Antonio Romero. Compañeros en su trabajo y, en una faceta más íntima, las preciosas palabras que le dedican sus nietos, donde se puede apreciar todo lo que esa gran persona les inspiraba.

Yo, desde el plano de la amistad más sincera, no puedo menos que aportar mi granito de arena porque estoy segura de que el que lo haga, puede hacerle sonreír desde donde esté. Y es que nosotros, mi marido y yo, hemos compartido con él y con Rosa, su mujer, muchos días felices en Sabarís. Allí fue donde verdaderamente disfrutamos junto con otros amigos en la playa Ladeira. Creo sinceramente que todos nos sentíamos sencillamente felices.

Hoy me invade la nostalgia y me resulta muy difícil expresar lo que siento. ¿Algo que me consuele?... Pues sí: el estar convencida de que Antonio y Jesús se alegrarán muchísimo al encontrarse de nuevo. ¡No lo dudo!