“Esta Navidad la luz tendrá un precio un 10% superior a la del año pasado. Miles de familias no podrán mantener sus casas a temperatura adecuada, lo que repercutirá gravemente en la salud de los que menos tienen. Ningún Gobierno decente debería tolerarlo” (Alberto Garzón, estando en la oposición, diciembre 2017).

Hoy, el señor Garzón es titular del Ministerio de Consumo, por lo tanto, forma parte del Gobierno actual. Durante este invierno el precio de la luz se ha incrementado en unos porcentajes alarmantes, muy superiores cuando este ministro estaba en la oposición, siendo coordinador general de Izquierda Unida. Aplicando el silogismo en aquellas manifestaciones pasadas suyas, si el Gobierno tolera el precio abusivo de la luz, este Gobierno no es decente. Para salir del paso, y no asumir responsabilidad alguna, echa balones fuera que es un primor, como aquellas cualidades que se le otorgaban al Cola Cao, hace ya unas cuantas décadas. Empieza diciendo que los consumidores no sabemos leer las facturas de la luz, y que desde su Ministerio nos ayudarán a entender la marabunta de epígrafes que las componen. Dejémonos de pamplinas, el precio al final es caro, sean los epígrafes que sean. Y dentro de esos epígrafes, gravar con un IVA del tipo general, que soporta el consumidor, es intolerable, siendo la electricidad bien de primera necesidad.

Luego, afirma que los precios fluctúan siguiendo las leyes del mercado. Si debido al fuerte invierno que padecemos consumimos más electricidad, es decir, se dispara la demanda de la misma, el precio se encarece. No hace falta cursar Economía, señor Garzón, para lo que es regla en toda economía de mercado. Pero en muchos países en que se practica dicha economía, existen mecanismos reguladores para que no se disparen los precios de bienes tan básicos, como es la electricidad. En algunos de esos países las redes de distribución están nacionalizadas. Nacionalizaciones que figuraban en el programa electoral de Izquierda Unida, que se han disuelto como azucarillo a la hora de cogobernar. Pero claro, él se definió no como un político, ni de izquierdas siquiera, sino como comunista y economista. ¡Toma del frasco Carrasco! “¡Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras!” (Alfonso VI a Rodrigo Díaz de Vivar)... ¡Ay, qué serían de las “puertas giratorias sin la existencia del oligopolio energético!

Finalmente, señala que estando, como estamos, en una economía globalizada, y dentro de esta la de la Unión Europea, responsabiliza de los altos precios a muchos países. Y para demostrar que está dispuesto a arreglar los abusos de las empresas eléctricas, ha ordenado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores una investigación encaminada a denunciar a aquéllas si han cometido “irregularidad” alguna que haya dado pie al abusivo incremento de la electricidad. Un clásico brindis al sol. Un sol que explotado cualquier día por oligopolios también nos será cobrado en plenas canículas estivales. ¡Siempre lloverá en casa del pobre!