Como no todo va a ser pandemia, alegrémonos con una curiosidad. Estamos acostumbrados a ver infinidad de glorietas tanto en los aledaños de las poblaciones como en los viales de enlace con las vías de alta capacidad. Es lógico. Estas infraestructuras resultan de una gran utilidad, tanto por su versatilidad como por la seguridad que aportan al tráfico. Lo que, en principio, puede parecer más estrafalario es que haya glorietas submarinas. Y, sin embargo, a nada que reflexionemos, entenderemos que no lo es tanto. Veamos. Para salvar un estrecho o comunicar islas, además de por ferris y otras embarcaciones, también se puede hacer por medio de puentes o túneles submarinos. Es evidente que de los tres medios, el más seguro en climas polares es el túnel. Pues, mientras en la superficie las aguas se congelan e impiden la navegación y hacen muy difícil, si no imposible, circular por puentes, bajo el mar se evitan esos inconvenientes. Y si con un túnel se pueden comunicar dos islas, con dos túneles que se crucen, siempre que lo hagan al mismo nivel, se comunican cuatro. Y eso, al parecer, es lo que hicieron en el archipiélago de las Feroe: construir glorietas en los cruces de túneles submarinos.