No salgo de mi asombro al leer la carta del doctor Sopeña desde Santiago de Compostela. Amparándose en el juramento hipocrático elabora un totum revolutum, diríase que próximo a la paranoia. Mezcla aborto, eutanasia y ejecuciones de pena de muerte en EE UU mediante inyección letal. Al final de su carta pierde claramente el pie “científico” y deja adivinar la auténtica justificación a sus palabras al manifestar que esta ley conviene políticamente y que el gobierno debe contratar (se supone que como “ejecutores”) a okupas y “perroflautas”.

Confunde la eugenesia nazi (para “mejorar la raza”) con la eutanasia (muerte digna) para evitar sufrimientos inútiles ante la inminencia de una muerte horrible. Confusión que se adivina preñada de ideología ultraconservadora y de integrismo religioso.