Para cualquier responsable político, el tener que decretar un estado de alarma es motivo de fracaso sobre su gestión sanitaria, pero a nuestro presidente del Gobierno no le da ningún reparo. Y no solo eso, sino que dispone de esta medida excepcional por un tiempo previsible de seis meses. Todo ello desoyendo a presidentes de comunidades autónomas como el señor Feijóo o el señor Garamendi, presidente de la CEOE, que le manifiestan su desacuerdo, dado el desprestigio que este estado provocara de nuestra imagen en exterior, amén de la desconfianza en el ámbito turístico, con la perspectiva puesta en las próximas vacaciones de Navidad y Semana Santa.

Por otra parte, no podemos perder de vista que esta medida es anticonstitucional, dado que nuestra carta magna delimita su uso a casos excepcionales y por un periodo breve e imprescindible. Pero usted, señor Sánchez, en su insaciable propósito de controlar todos los poderes del Estado y con la arrogancia que le caracteriza, hace caso omiso de todas las alternativas que le proponen, como una Ley Sanitaria modificada, optando por la que más le favorece a sus pretensiones totalitarias para la gobernabilidad de España, pues con un estado de alarma en vigor, tiene el campo abierto para dictar decretos-ley a su antojo, como ya hizo en el anterior del mes de marzo.

Por otra parte, e”n el día de ayer el Gobierno nos anunció la ley de presupuestos para el 2021, una serie de medidas que, como el aumento de gasto público y la subida de impuestos, lejos de incentivar el empleo nos va a traer más paro, eso sí, encubierto en una política social subsidiaria, es decir: “Pan para hoy, pero hambre para mañana”.