El pasado 14 de agosto emprendió su último vuelo a los 89 años, el buen amigo, gran piloto y extraordinaria persona Pepe Rubira.

Lo mucho que podamos decir de él es poco por su gran hombría.

Los Rubira son una familia naturales de Trians (Negreira), cerca de Santiago de Compostela, pero profesionalmente fue una saga que ejercieron su trabajo en Vigo, sobre todo en el mundo farmacéutico, siendo pioneros, hasta el extremo que en el edificio en cuyo bajo comercial tenían su farmacia, siempre se le llamó Edificio Rubira, quizás unos de los edificios más bellos de la ciudad, que tristemente ya no se conserva.

Pepe, como era conocido en el mundo aeronáutico, hizo la Milicia Universitaria en el Ejército del Aire, licenciándose como piloto y alcanzando la categoría de Alférez de Complemento. Desarrolló varias actividades durante su vida laboral. De joven emigró a Venezuela con otros amigos de Vigo. En este país, como la aviación privada es un medio de transporte normal y muy necesaria -no es un artículo de lujo- como se cree en España, estuvo muy relacionado con la aviación, trabajando para la casa Cessna, una de las empresas más importantes a nivel mundial, en aviación privada y comercial.

De regreso a España, se fue a trabajar, con su inseparable y extraordinaria mujer Conchita a Barcelona. Se integraron, como no podía ser menos, perfectamente en la sociedad catalana, que los acogieron como uno más, hasta el punto de confundir constantemente su apellido Rubira por el de Rovira, confusión que él siempre corregía.

Se hizo socio del Areo Club de Sabadell, llegando a ser presidente. Aquí fue una persona muy activa y sobre todo participativa. Siempre escribía algún artículo en la Revista Aeronáutica que también editaba el club, sobre sus vivencias personales en los vuelos. Actualmente y desde hace años este club no solo es el mejor de España, sino que es uno de los mejores de Europa, contando en la actualidad con unos ochenta aviones, entre privados, propiedad de sus socios, y los propios del club.

Pepe no solo volaba que era su pasión, también se preocupó de la compra de más aviones para la demanda de los socios, el desarrollo de la Escuela de Vuelo, la creación de la Fundación Privada PARC Aeronáutico de Cataluña, con una escuela de formación profesional de mecánicos aeronáuticos, que tienen en este momento verdaderas joyas de aviones antiguos, casi todos en vuelo o en proceso.

Fue fundador, director y coordinador del Festival Aéreo de Barcelona, que se celebraba en la fiesta de las Mercedes, patrona de Barcelona, coincidiendo con el cierre de la Semana Grande, último domingo de septiembre, que gracias a su gestión se convirtió en uno de los mejores de Europa, congregando todos los años a unos 400.000 espectadores. También entre sus logros está el conseguir que se celebrase en Barcelona una prueba de la competición aérea Red Bull, que llegó a reunir a 1.000.000 de espectadores.

Pepe, además de estar en posesión de la Cruz al Mérito Aeronáutico, (máxima condecoración que otorga el Ejército del Aire a un civil), tiene muchas más distinciones pero personalmente para mí la más importante fue cuando en una entrega de premios en la Fiesta del Cielo, presidida por el jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMAD), que ostentaba el cargo en ese momento y por el entonces alcalde de Barcelona (también piloto privado), el entonces jefe de la Patrulla Águila, hoy coronel, se dirigió a los invitados y pronunció las siguientes palabras: "Para la persona que más trabajó con éxito en fomentar la aviación en España, Pepe Rubira", acto seguido entregó un presente.

Por si fuera poco, este amante de la aviación ejerció toda su influencia para que en la ciudad de Vigo, a la que quería tanto y visitaba al menos una vez al año, pudiese tener también su festival aéreo, tal y como era el propósito de los dirigentes del Club Aéreo de Vigo, que surgió tras la desaparición de la escuela de vuelo del Aero Club. Ya solo por ese motivo estamos todos los vigueses en deuda con Pepe, quien puso todo su saber hacer y convenció al Ejército del Aire para que apoyase a nuestro festival con un gran número de aviones, que en aquella primera edición contaron también con muchos pilotos a los que Pepe convenció para que estuvieran volando por nuestros cielos.