Llevamos una temporada escuchando hablar sobre la nueva movilidad urbana, con el auge de motos, bicicletas y "patinetes eléctricos", y toca replantearse si vivimos en una ciudad preparada para esa nueva etapa.

Para comprobarlo, me gustaría que los ciudadanos recorriesen sus calles habituales, y se fijasen en el estado del asfalto. No solemos pensar en ello porque, en un vehículo "grande" no se nota, pero con los de la nueva movilidad, la sensación es bien distinta. Resumiendo mucho, en esta ciudad, el estado del asfalto impide notablemente el uso de nuevos vehículos, y se puede calificar de desastrosa.

Un recorrido por el entorno del RC Náutico, Marqués de Valladares con su peculiar firme (donde entras con un patinete, y sales con un conjunto de tornillos), García Barbón, Rosalía Castro... Todas ellas repletas de rellenos chapuceros y tapas de alcantarillas a niveles asesinos, que convierten la "nueva movilidad" en la "vieja pesadilla". Luego vienen averías y destrozos porque en vez de circular, uno va dando botes bien sonoros, que dan la impresión de querer convertir los vehículos en las piezas de un juego de montaje para niños. El tema daría hasta para un pequeño reportaje.

Sí, sí, está muy bien la Navidad, las lucecitas y toda la fanfarria estival. Pero luego, circular por algunas calles de Vigo supone una nueva modalidad de tortura mecánica.Quizás deberíamos replantearnos las prioridades, señores del Concello. Así no vamos a ninguna parte. Bueno, sí: al taller.