El creyente tiene que trascender toda esta situación, la producida por la pandemia, y tratar de ver la mano de Dios en todo, para no perder la fe ni la esperanza ante la tragedia, sino unirse íntimamente a Cristo paciente, para resucitar con Él a la vida eterna.

¿Y qué decir de la responsabilidad personal??

Además de las enseñanzas que cada uno pueda extraer de estos días, también hemos de pensar en la responsabilidad que hayamos podido tener en esta situación?

Yo -podemos decir cada uno-, ciudadano corriente, ¿qué responsabilidad puedo tener? Ciertamente la que se derive de haber cuidado o no las normas de prudencia que están indicadas en la relación con otras personas para evitar el contagio. En los momentos iniciales era comprensible que no se tuviera una idea clara de la importancia de esas normas, pero una vez anunciadas por la autoridad competente a todos nos corresponde observarlas, aunque hayan llegado a situaciones excepcionales de aislamiento.