Con independencia de consideraciones particulares acerca del efecto más o menos devastador de mesas redondas con apariencia institucional, el diálogo González-Aznar fue una manifestación de que el consenso en asuntos prácticos que tocan asuntos centrales de la vida política española no solo es necesario, sino que es posible. Volver a un acuerdo práctico es uno de los retos de la política española, alejarse de los extremos es la condición necesaria y fomentar el diálogo es el objetivo prioritario. Y para conseguirlo no es preciso pensar igual, basta con estar de acuerdo en que la estabilidad política no es aburrida, en que el debate razonado debe sustituir al insulto y en que construir juntos siempre es mejor y más fructífero. Con la crisis sanitaria tenemos una clara oportunidad.