El rocambolesco caso de la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, pone de manifiesto que el Gobierno de Sánchez e Iglesias ha abandonado cualquier atisbo de transparencia y no dudan en sembrar la confusión cuando sus contradicciones salen a la luz. Más allá de los detalles de esta visita clandestina, y de las mentiras que la han rodeado, el dato evidente es que Sánchez tiene como vicepresidente a Pablo Iglesias, cuyas relaciones con la dictadura de Venezuela son más que evidentes. Las pesadillas de aquel Sánchez que no podía tener en su Ejecutivo a un defensor del chavismo se han hecho pronto realidad.